Capítulo_12

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Hace muchos años se me acercó una niña temerosa para preguntarme qué leía.

- Maquiavelo - contesté, cerrando el tomo sobre mi regazo.

- ¿ Crees que el fin justifica los medios ? - preguntó.

Lo pensé por un momento.

- Cualquier medio queda justificado si el propósito en esencia es justificable para nosotros mismos - respondí.

Dudó por un momento, bajó la mirada hacia sus pies y luego añadió:

- Si el fin justifica los medios ¿ qué justifica al fin, qué justifica que tu fin sea el correcto ?

Aún, hoy en día, estoy pensando en la respuesta.

(...)

Luego de una larga ducha salí del cuarto de baño. David no estaba. Busqué en el armario la vieja sudadera desgastada de siempre. Agarré las llaves, el teléfono móvil y salí de la habitación.

Escaleras abajo compartí un corto saludo con el recepcionista.

La noche estaba fresca, el aire batía con fuerza y las hojas de los árboles bailaban a la par del viento.

Caminé por un rato, tomé asiento en un banco y prendí la pantalla del celular.

9:30 PM

- Tengo que llamarlo - pensé en voz alta.

Fuí a la lista de contactos y allí estaba, extrañado por lo que había escrito en su nombre de contacto lo llamé.

- Ashen - contestó al tercer tono.

- Ezis.

- Es la primera vez en todos estos años que usas mi nombre.

- Nunca me interesó tu nombre sinceramente.

- Tan agradable como siempre - musitó.

- Tan sarcástico como siempre - añadí - Mira que pasar de decirme tu nombre en todos estos años para finalmente agregarte como Ezis Dubois.

- Pues ya ves... soy espontáneo - se burló.

- Ya... - me lleve una mano a la cabeza - Claro. Ahora tienen más sentido tus palabritas en francés.

- En fin - se aclaró la garganta - ¿ Qué has aprendido a lo largo de esta semana ?

- A lidiar con niñatas que creen que el mundo gira a su alrededor - reí por lo bajo.

- ¿ A qué te refieres ? - preguntó.

- A nada en particular... - tomé una pequeña pausa para pensar lo que iba a decir - de hecho, hay algo que he aprendido.

- ¿ Y eso es... ?

- Que hay tonalidades que buscan perturbar mi gris.

- Explícate.

- ¿ Recuerdas el mito de la caverna ? - pregunté.

- Sí, lo recuerdo - dijo un tanto intrigado - ¿ a qué lo aplicas ?

- Tres hombres atados de pies y manos pasaron muchos años encerrados en una caverna. A sus espaldas una llama se mantenía encendida haciéndole a los hombres que ahí yacían creer que las siluetas que dibujaban sus sombras en la pared era la única realidad existente, pues era lo único que percibían sus ojos. Al cabo de un tiempo uno de los hombres se libera de sus ataduras y sale al exterior...

- Estoy ansioso por saber a dónde quieres llegar.

- Ese hombre ahora libre quedó abrumado por la luz del Sol, sus ojos tardaron en acostumbrarse a la claridad y cuando por fin lo hicieron aquél hombre percibió la realidad tras la llama, fuera de la cueva. Lo que para el era real cambió completamente pues la realidad era lo que se encontraba fuera de la caverna.

- En efecto.

- No había visto el mundo tras las rejas del orfanato - continué - aquello para mi era mi vida, era mi mundo de polvo y libros viejos... era mi realidad.

- Pero ya no es así ¿ verdad ?

- Hay multitud de tonalidades en esta nueva realidad..

- Ashen.

- Dime.

- Esas tonalidades no son más que sentimientos, son emociones de lo que hablas - se detuvo por un segundo - y debes aprender a temerlas como el mayor de los males.

- ¿ Temerlas ? - duditativo.

- Te tocará descubrir por ti mismo la respuesta.

- Ya...

- Buenas noches, Ashen.

- Buenas noches, Ezis.

(...)

Eran cerca de las diez de la noche cuando deambulaba por los alrededores del campus. Observaba las farolas que alumbraban el sendero de grava como si ellas fuesen a darme las respuestas que necesitaban mis preguntas. Pasó un rato hasta que una voz que me resultó conocida me sacó de mis pensamientos.

- Sí mamá... todo estupendo - vociferó.

Me detuve en donde la luz de las farolas no delataran mi presencia.

- Se te está yendo la olla... - protestó balbuceando - ¿ sabes qué ? Olvídalo.

Colgó la llamada y se llevó la mano a la cabeza, rascándola con fuerza.

Estaba sola.

En pijama.

Notablemente enfadada.

Y muy despeinada.

No podía dejar pasar una oportunidad así.

- ¿ Problemas con mami ?

Luego de pegar un brinquito del susto. Finalmente dijo:

- Genial... suspiró ruidosamente - El que faltaba.

- Admite que te alegras de verme - me burlé.

- Ya - enarcó una ceja - Claro.

Me recosté a la farola y llevé mis manos a los bolsillos.

- La niñata discutió con su madre, que trágico.

- Deja de llamarme niñata, tengo nombre - se cruzó de brazos - y no estoy de humor para tus estupideces.

- No sé cuál es tu nombre - sonreí inocentemente - pero niñata te queda mejor.

- Soy Ava, imbécil.

- Un placer, soy Ashen - le extendí la mano en un acto de puro cinismo.

Rechazó mi mano y volvió a optar por su posición a la defensiva.

- Tu con tus padres debes pasártelo de la hostia. Con esa personalidad egocéntrica, sarcástica, cínica, antipática... podría seguir toda la noche. El punto es que debes de tenerlos encantados.

- No tengo padres, querida.

Un silencio se adueñó de la escena en un instante.

- Lo siento - masculló - yo...

- No necesito de tu benevolencia, niña.

- ¿ Cuál es tu problema conmigo ? - suspiró exasperada.

- Es gracioso que sigas a estas alturas pensando que tengo un problema contigo - reí entre dientes.

Su cabello castaño, despeinado y mal recogido en una coleta estaba lejos de ser elegante o a lo que los estándares sociales de hoy en día llamarían " poco femenino ".

- Entonces... - se acercó a mí lo suficiente como para verme a los ojos bajo la luz de aquella farola - ¿ qué te pasa ?

- No me pasa nada - sonreí burlón - y menos contigo. Ya te dije que-

- Que el mundo no gira a tu alrededor - hizo un vano pero gracioso intento de imitar mi voz.

- Niñata - reí.

- Imbécil - rió.

En aquella fría noche una duda más surgió en mi cabeza. Una duda que se iba a encargar por sí sola de no darme tregua en los días venideros.


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