Sr Leclerc

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Lestappen

Jamás imagino que trabajar en una heladería lo llevaría a dónde está ahora. Gimiendo sin control alguno en la cama de su jefe.

¿Cómo llegaron a esta situación tan caliente?

"¡Oh, Maxie!" Los jadeos del monegasco se escuchaban por toda la habitación, tenía a un rubio entre las piernas dándole la mejor mamada de su vida.

La carita del menor era la más excitante que había visto Charles en toda su vida, el neerlandés tenía las mejillas rojas, algunos cabellos pegados a su frente por el sudor, los ojos llorosos de tan profundo que llegaba el miembro del mayor en su boca y la mirada...

Era pura lujuria y deseo.

"Sigue así, bebé,complace a papi" su voz era ronca y cargada de placer.

Nadie habría pensado que aquel chico tímido y reservado que llegó un día a la heladería, por cosas del destino termino todo empapado sobre el pecho del dueño del lugar, quién había ido de visita ese día, era toda una perrita dispuesta a complacer a uno de los empresarios más importantes, reconocidos y guapos del lugar.

Max metía lo más posible a su boquita, sintiendo algunas arcadas ya que sentía rozar el miembro de Charles en su garganta, era tan grande que no le cabía todo y se quiso apoyar de sus manos, cosa que el empresario no permitió y las tomo, poniéndolas encima de su cabeza.

"Sin manos mon prince, obedece, no quiero castigarte " Charles se mostraba demasiado dominante sobre aquel rubio.

La sensación de ahogo estaba enloqueciendo al más chico, lo excitaba demasiado y solo quería hacer que el mayor llegara en su boca y tragar toda su esencia.

Charles supo que si seguía así se correría pronto, su niño lo hacía tan jodidamente bien, que incluso solo con su carita y los gestos que hacia sería suficiente.

Ese niño lo iba a volver loco.

Lo tomo con delicadeza del mentón y lo separó de su miembro para levantarlo y dejarlo en la cama, se tomo un momento para apreciar el cuerpo del rubio, desde sus clavículas llenas de marcas que se extendían hasta su pecho, bajando por su abdomen, llegando a su notable erección aún cubierta por el boxer y terminando su recorrido finalmente en las bonitas, pálidas, largas y jugosas piernas del neerlandés.

"Dile a papi que quieres, bebé" Hablo demandante mientras lo terminaba de desnudar, empezando a estimular su miembro.

"Te necesito dentro, quiero sentirte papi"

Si vocecita sonaba tan rota y sonaba tan inocente, que era casi un pecado.

"¿Serás buen niño para mí?¿Te vas a portar bien?"

Se estaba aguantando lo más que podía para no tomar esas pálidas piernitas, abrirlas y follarlo a su antojo, sin piedad alguna.

El menor solo asentía entre jadeos, ya que esa mano en su miembro no lo dejaba concentrarse ni un poco, el no tener respuesta desespero al monegasco provocando que lo volteara boca abajo y le diera una fuerte nalgada.

"Necesito palabras, mi amor"

Detuvo sus movimientos y bajo poco a poco su mano a la entrada del menor, empezando a meter dos dedos sin previo aviso.

"Si... Seré un buen niño para papi"

La carita de placer y sorpresa que hizo el rubio al sentir esa intromisión, fue suficiente para terminar con el autocontrol del otro.

A la mierda.

Sabía que su chico no necesitaba mucha preparación ya que horas atrás lo habían hecho, pero siempre se sorprendía de que Max estuviera tan apretado, no importa cuántas veces y en cuántas posiciones haya follado ese rico culito, lo apretaba tan bien que se había vuelto una adicción para el.

𝐄𝐯𝐞𝐫𝐲𝐨𝐧𝐞 𝐥𝐨𝐯𝐞𝐬 𝐌𝐚𝐱 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora