Capítulo 10 - Entre culpa y deseo

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NARRA LUCÍA

No podía más de la verguenza, así que me separé lo más rápido que pude de Gavi y fui a buscar mi ropa para taparme. Cuando la cogí toda, me fui directa a la puerta para irme a mi habitación, viendo a Pedri con los ojos abiertos como platos mirando a Gavi.

Me fui sin esperar ninguna reacción de Gavi y subí a mi habitación corriendo. Cuando ya estube allí, rompí a llorar. Esto ya había llegado demasiado lejos, no podía seguir, tenía que alejarme de Gavi para centrarme en el chico que de verdad estaba dispuesto a estar conmigo.

Me sentí demasiado culpable y me tiré a la cama, llorando. Sabía que tampoco tenía nada serio con Héctor, pero para mí era como si le hubiese sido infiel, además dos veces en un día. Me estaba volviendo loca, así que me puse dentro de la cama y me tapé hasta arriba, llorando hasta dormirme.

No solo me sentía mal por Héctor, también me sentía demasiado avergonzada de que me viese Pedri así, y con Gavi. No quería que Pedri tuviese esa percepción de mí, quería que todo siguiese igual entre nosotros, pero sabía que no me podría mirar sin recordar esa imagen. Me dolió demasiado cuando vi la cara de pánico de Pedri, immovilizado. Pero ahora no valía la pena llorar más por eso, porque el mal ya estaba hecho y no podía volver atrás en el tiempo.

NARRA GAVI

Me quedé quieto, sin poder mover ni un solo músculo. Pedri nos había visto besándonos, y no sabía como debía explicarle eso ahora.

- Que cojones Gavi - me dijo, incrédulo

- No sé Pedri - respondí, suspirando

- ¡¿Cómo que no sabes Pablo?! ¿Estás mal de la cabeza? - me gritó

- ¿Podemos hablarlo con tranquilidad en una habitación mejor? Te lo puedo explicar

Se pasó las manos por el pelo y asintió y, si las miradas mataran, yo ya estaría en una tumba.

- Te espero en mi habitación, espero que tengas una buena explicación de todo esto

- Te lo juro Pedri - lo miré con súplica

Se fue y yo me tapé la cara con las manos, hundiéndome en el agua. Cuando ya estaba listo para hablar con Pedri, me fui de esa sala y pasé por el salón, donde estaban Fermín y Héctor durmiendo plácidamente.

Me coloqué delante de la puerta de la habitación de Pedri, rezándo para que se hubiera relajado. Llamé a la puerta cuando me decidí.

- Pasa - dijo, muy flojo, pero lo suficientemente fuerte para que le escuchara

Entré sigilosamente en esa habitación y lo vi sentado en una parte de la cama, dejándome un sitio para sentarme a su lado. Cuando me senté, ni me miró.

- Lo siento - dije, con un hilo de voz

- ¿Que sientes el qué? Lucía está con Héctor, Gavi, igualmente que te atraiga, no puedes estar con ella. - me dijo, girándose hacia mí

- No está con él, solo se besan y no se si se acuestan

- Que me da igual lo que sean joder, no puedes ir así por la vida, tío - dijo enfadado

- De verdad que no sé que me ha pasado, solo sé que cuando la tengo cerca no puedo controlarme

- Pues te jodes y te aguantas las ganas, Gavi

- ¿Pero que coño crees? ¿Que no lo intento? Te he dicho que no puedo controlarme, esa niña me vuelve loco. Sus ojos, su sonrisa, su nariz respingada, sus mejillas sonrojadas, es que adoro todo de ella. Cuando la veo, intento controlar mi cuerpo pero de verdad que no puedo, necesito tocarla, sentirla a cada rato, y no sé porque cojones me pasa eso, Pedri, ¿no lo entiendes? - me desahogué y apoyé mi cabeza hacia atrás, suspirando

Entre El Juego y El CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora