I

5.1K 509 14
                                    

Nueve de diciembre de 200, Stiles tiene 5 y Derek tiene 11 años.

—Por favoooor —Stiles lloró, jalando el brazo de su madre.
Claudia mantuvo su concentración y movió el teléfono de la oreja izquierda a la otra —Si, sí. No hay problema —dijo, ignorando los llamados de su hijo —, espero que te mejores.
Hace unos segundos, Stiles escuchó cómo su madre se quejaba con Grace, su niñera, diciéndole que no podía cancelar a tan sólo minutos de su turno. Ella y su papá habían planeado cenar ésta noche, ambos estaban preparados y llamaron a Grace para que lo cuidara durante su ausencia, pero sólo unos momentos antes llamó a Claudia para cancelarle.
Su mamá suspiró, dejó el teléfono en la mesa de la cocina y comenzó a quitarse uno de sus aretes —Parece que no habrá cena hoy— declaró con tristeza — ¿Dónde está papá? ¿Quieres ver una película?— preguntó mirándolo a los ojos, intentando ocultar su decepción.
Stiles miró a su madre: estaba radiante. Vestía un lindo vestido gris y dos pequeños tacones blancos, con un collar de perlas que descansaba en su clavícula. Realmente estaba esperando el día de hoy y no iba a permitir que Grace lo arruinara.
—Mamá, estaba tratando de decírtelo: papá y tú pueden ir a su cena, la niñera no tiene que cuidarme —le dijo, haciendo que su voz sonara lo más convincente posible.
Ella se arrodilló, quedando a la altura de él —Oh Stiles— comenzó, utilizando su el apodo que ella y su padre le dieron —eres muy pequeño, no puedes quedarte sólo en casa.
Apretó sus manos contra los ojos y jaló hacia abajo —No, escúchame. Las Hale pueden cuidarme.
Claudia parpadeó — ¿Talia Hale?
— ¡Sí, sí! Talia, Laura y Cora.
Stiles sintió cómo su mamá acariciaba su mejilla —Cariño, no quiero molestarlas. Además, podemos quedarnos y ver una película. La que quieras.
—Una película no se compara a una cena.
—Lo sé, pero...
—Mamá, soy adorable. A las Hale les gusta cuidarme y me gusta estar con ellas.
Un año atrás, Talia Hale se mudó a sólo unas casas de la suya. Ella era una madre soltera, quién trajo consigo a sus hijas Cora y Laura. Una vez, Stiles y su familia tuvieron una cena con ellas. Además de haber sido la más divertida, las nuevas vecinas parecían haber ganado un gran afecto hacia ellos. Desde entonces, le gustaba jugar con Cora y visitar la casa de vez en cuando.
Ante el silencio de su madre, él prosiguió: —Voy a portarme bien. Laura puede hacer los panqueques de mora que siempre cocina y yo puedo ayudarle, pero déjame quedarme con ellas— suplicó, jalando con fuerza el brazo de Claudia.
Stiles llamaba «La pose del pensamiento» a la manera en que su madre se ponía cuándo comenzaba a... bueno, pensar. Sólo posaba su dedo índice en el labio inferior, mientras liberaba un «Hummm».
—Supongo que está bien— dijo por fin.
— ¡Sí!
Casi salía de la cocina, cuando lo agarró del brazo —Pero debes preguntar primero ¿Entendido?
—Lo prometo— sentenció, abrazándola fuerte —. Gracias mamá.
Ella sonrió.

Tres casas a la izquierda, la de los adornos extraños en el jardín. Esa era la casa Hale. Estaba acostumbrado a entrar sin tocar la puerta y así lo hizo. Un olor dulce floto desde la cocina hasta su nariz. Panqueques de mora. Internamente, rió ante la coincidencia.
— ¡Cora! —llamó.
Las escaleras se llenaron de pisadas y la chica apareció en ellas. Parecía emocionada, con una enorme sonrisa en su rostro.
— ¡Stiles! —gritó.
Saltó hasta él y casi caen al suelo. Cora lo abrazó fuerte. Realmente fuerte, con delicadeza la apartó y encontró sus ojos. Siempre era así: ambos eran muy cercanos y era emocionante verse.
— ¿Dónde está tu mamá? —Preguntó, estirando su cuello para ver mejor —Necesito...
— ¡No, eso no importa! ¡Está aquí! ¡Aquí aquí aqui! —chillaba mientras sacudía su cabeza y apretaba sus hombros.
Las dudas se formaron en el cerebro de Stiles — ¿Qué? ¿Quién está aquí?
Cora, sin perder la sonrisa, señaló unos bultos colocados cerca de la entrada y que Stiles no había notado. No, no eran bultos; más bien eran maletas. Ahora sí estaba confundido, poco conocía de la familia Hale (Sólo conocía a tres de sus integrantes). Tal vez se trataba de una tía o un amigo cercano.
Y los pasos en las escaleras sonaron de nuevo. Al subir su mirada, un niño más alto que él con ojos verdes y cabello negro, lo miró confundido.
Los ojos de Cora viajaron desde Stiles hasta el niño, mordió su labio con emoción —Stiles, él es mi hermano —luego agregó: —. Se llama Derek.

Tres fases. •||Sterek||•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora