VI

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La bastarda Baratheon se encontraba dentro de sus aposentos observando aquella atractiva daga que su tío le había entregado antes de soltar su último aliento.

- Él decía que tiene miles de años- masculló la niña refiriéndose al arma mientras pasaba un dedo por el ruby rojo que poseía en el mango de hueso de dragón- y que está piedra contiene un poco de la sangre de cada persona que muere por su obra...- río irónica- Solía decir muchas estupideces... Es por eso que madre odiaba que me quedara con él... Decía que mí rebeldía aumentaría.- sonrió melancólica- Y tuvo razón... Los extraño- susurró lo último con los ojos llorosos y su lobo lamiéndole la mano.

Pues sí, aunque la pequeña nunca lo demostraba ella estaba rota por dentro y cada vez que veía a los Stark compartir tiempo en familia recordaba las veces que hacía eso con la suya... Solo ella, su madre y su tío. Sin embargo, le daba consuelo tener a King, a Jeremy, a los Strak, a las personas del Norte y un poco al idiota de Theon y, sin importar la distancia, a su padre, a Sir Barristan, sus tíos y medios hermanos y... A ellos.

La puerta se abrió de golpe sacando a la muchacha de su trance y poniéndola en guardia para enfrentar a quien sea que haya entrado pero se relajo al verlo.

- Eres un lord. ¿No se supone que tienes modales, como por ejemplo: tocar a puerta?- acarició la cabeza de su cachorro para calmarlo y que no se lanze a morder a su mejor amigo- Ingresar de tal manera a los aposentos de una dama, es decepcionante Bran- negó la cabeza con falsa negación.

- ¡Cállate, ni siquieras actúas como una dama!- contratacó.

- ¿Pasa algo?- ignoró completamente la contraoferta del Stark y rascó la cabeza del lobo de este.

- Quiero ver la llegada del rey desde los muros ¡Vamos!- tomó de la muñeca a la Baratheon y la saco de la habitación esquivando al lobo de ojos azules quien lo siguió molesto por haberse llevado a su dueña a la vez que el otro lobo repitió la acción con intenciones de jugar.

Ambos niños avanzaron hacia el patio del castillo sin detenerse a analizar a todas las personas terminar los últimos detalles para la llegada de los leones y los siervos y al "ojos de raya", como lo llama Lyanna, bufar molesto ante lo que acaba de presenciar.

- Imbécil- murmuró con voz inaudible, pues decir tal insulto al hijo de Eddard Stark podría traer problemas.

Al llegar al muro que separaba a los miembros de la Corona de los norteños, Bran y Lyanna comenzaron a escalar las paredes dejando a sus lobos esperando debajo. No cabía duda de que el invierno se acercaba por la manera en la que la temperatura bajaba y los cielos se volvían más grises de lo normal pero eso no le importaba en ese momento a aquellos niños que, con emoción, llegaron a su destino.

- Winterfell me sigue impresionando.- expresó la fémina contemplado la belleza del paisaje sin notar que su acompañante la contemplaba solo a ella- Me enteré que la Mano del rey murió hace poco...- informó sacando de su ensoñación al chico.

- Creo que nombrará Mano a mi padre- la contaria lo miró con una sonrisa burlona.

- ¿De nuevo oyendo conversaciones que no son de su incumbencia, mi Lord?

Antes de que el mayor de ambos pueda responder los galopeos de caballos y carruajes avanzando atrajó su atención. Bran observaba entusiasmado como las banderas de los Baratheon flameaban con el viento, pues no todos los días el mismísimo rey de los Siete Reinos se aparecía antes sus puertas, mientras que Lyanna tenía una diminuta sonrisa esperando tranquilamente a que su familia llegara... O al menos a los que consideraba su familia.

La Bastarda Baratheon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora