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En cada pliegue de tu piel hay historia,Historia de valentía, de lucha y de victoria,Porque cada días enfrenta un mundo de prejuicios, Y aun, brillas con tu amor y Luz propia.


¿Nunca les ha sucedido que se sienten antagonistas en su propia historia, en su vida? Ok, a mí, en mis 18 años jamás me he sentido la protagonista.

Pero todo estaba a punto de cambiar, celebraré el baile de graduación esta noche, para ir en busca de un nuevo comienzo en la ciudad, lejos de todo y de todos, no tendré que convivir más con los acosadores.

—Camil, apresúrate vaca, aún no tienes tu vestido para la graduación. —gritaba mi madre desde la parte inferior de la casa.

Sí, damas y caballeros, esa gentil y dulce persona es mi madre, la razón por la que quiero con todas mis fuerzas irme de aquí.

—Ya voy, madre —respondo de la misma forma histérica.

Salí de mi habitación fastidiada, asistir a esa fiesta es como si estuviera firmando mi sentencia de muerte, pero mi padre insistió tanto en que debía tenerlo y ¿cómo podría negarme cuando es tan dulce?.

—Eres tan gruesa que ni puedes bajar rápidamente las escaleras, ¡qué decepción! —expresó mi madre con desagrado, acompañado de una mueca de desprecio.

—¿Nos iremos o no? —pregunté irritada.

—Sí, mejor vámonos ya —indicó con su dedo índice que la siguiera.

Fui junto con ella, subiéndome al auto, pero sentándome en el asiento trasero, no quería sentarme junto a ella. El auto se puso en marcha pero reinó un gran silencio, a pesar de que era mi madre, no sabía nada de mí, se negó a eso, jamás sentí su apoyo o su amor de madre, pero mi padre siempre compensó todo eso.

—Espero encontrar ropa que sea de tu talla.

—No deseo hablar, ya es suficiente tortura contigo —respondí con molestia.

—¿Acaso crees que me agrada mucho ir a una tienda de ropa con una hija que es tres veces más grande que la talla que se vende? No, créeme que no.

Opté por ignorarla como en estos últimos dieciocho años y concentrarme en observar por la ventana, el paisaje. Las nubes se tornaron grises y algunas gotas de agua cayeron sobre el cristal, anunciando que una tormenta se acercaba. Me sentía feliz porque se suspendía la fiesta.

—Bien, ya llegamos, apresúrate, no quiero que te mojes y luego pase más vergüenza.

Ella se bajó del auto con su bolso cubriendo su cabeza. Abrí la puerta de donde me encontraba. Al bajarme del auto, una moto pasó por delante de mí, salpicando agua sobre mi ropa. Cuando levanté la mirada, me di cuenta de quién se trataba.

—Oink, oink, cerdita, ten cuidado, ocupas toda la calle —se burló sin piedad, soltando de sus perfectos labios carcajadas bulliciosas.

Yo, la más normal, me encontraba observándolo embobada, ignorando sus insultos y el hecho de que me llenara de agua. Natanael es mi Crush desde que tengo uso de razón, pero también mi más grande Bully.

—Basta, Bebé, deja a la cerdita — se burló Sally en su tono de voz monótono.

Esa rubia estúpida y oxigenada, ni se había dado cuenta de que estaba en la parte trasera de la moto. En mi mundo de ensueño, era una dragona que tenía prisionero a mi Natanael, y yo debía rescatarlo.

¿Y Sino Encajamos? /BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora