Primer capítulo.

23 3 0
                                    

Un prisionero inteligente.

La característica esencial de un asesino en serie, es que siempre usan la misma técnica para matar, también tienen el mismo objetivo con todas sus víctimas.

El oficial los había estudiado en numerosas ocasiones, lo mejor de su investigación era que no necesitaba estar sentado en un aula con aroma a libros. La acción siempre venía acompañada de aprendizajes.

—Buenas tardes, Oficial Beltrán —saludó el guardia de la prisión estatal—, ¿Qué lo trae de visita?

—Buenas tardes. Vine aquí por un asunto de investigación. El Inspector Korcek me dió una petición por escrito —señaló un par de papeles juntos que sostenía en sus manos, dichos papeles no fueron ojeados por el guardia, cosa que alivió al oficial porque ese papeleo no era más que solicitudes pasadas.

—Sí, entiendo su forma de trabajar. Por aquí Oficial —dijo y dirigió al oficial Beltrán hasta un pasillo extenso, mientras conversaban—. Bien dicen que las fronteras son las únicas que nos mantienen a salvo de los inhumanos.

—No hay peligros detrás de las fronteras, nosotros somos el peligro que guardan tales muros —confesó sus ideales al guardia.

—¿A qué se debe su visita?

—Korcek quiere que hable con Hornet. Ya sabe, aquel asesino del diario.

El guardia de seguridad solo asintió y luego comentó:
—A decir verdad, amé el libro en cuanto salió a la venta. Pero al saber que todo lo que narró Hornet fue real, no supe distinguir entre la ficción y lo verídico.

Tales detalles los recordó el Oficial Beltrán, pero no se inmutó en reaccionar.

—Sí, hay mentes retorcidas en éste mundo...

—Por suerte y desgraciadamente, también tenemos mentes brillantes. ¿Sabía usted que Hornet tiene dotes deductivos? Todos los miércoles cuando van a la biblioteca de la prisión, Hornet juega con periódicos viejos que datan desde hace veinte años atrás, es curioso que siempre adivina quién fue el asesino. ¡Solo con información del periódico local de ese entonces!

El Oficial Beltrán entrecerró los ojos confundido por esa afirmación.
—¿Los reclusos pueden leer un periódico de violencia?

—No revisan lo que entra y sale de la biblioteca. Un ladrón no roba libros porque no leé, lo mismo pasa con los reclusos —. Llegaron a la celda seleccionada y añadió:—. Tiene cinco minutos para hablar, asegúrese de no sobrepasar la línea blanca del suelo.

Asintió y se quitó su abrigo para ver directamente al hombre pálido que se encontraba del otro lado de los barrotes que por suerte estaban ahí, de lo contrario uno de los dos podría morir.

—Mira nada más. Jean Beltrán, el Oficial novato —corrompió el ambiente el recluso:—, ¿Qué te trae por aquí?..

—No tienes derecho de pedir detalles de mi visita —. Jean no dejó de mirar hacia la silueta en la celda. Los movimientos que Hornet hizo para levantarse no le impedían seguir observándolo

—Entonces te dejaré hablar. ¿Sabías que tienes cuatro minutos para hacerlo?

El Oficial Beltrán resopló. No quería saber mucho más de Hornet, pero no podía dejar de mirarlo. Segundos después, por fin fue al grano.

No soy policía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora