Sexto capítulo.

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Un escritor.

Beltrán conducía a toda velocidad, olvidándose de las luces intermitentes que estaban ahí para que no pise el acelerador.

—¿A dónde se supone que iremos? —preguntó Hornet viendo al piloto siendo un desquiciado. Pensaba que no era ese su papel entre los dos.

—¡Hay un patrón que no me convence del todo! —gritó.

Durante unos minutos, Beltrán se quedó en silencio porque necesitaba maniobrar el volante para poder llegar de nuevo al lugar de contención de posibles asesinos de la ciudad.

—¡Deja el suspenso y termina de decirlo de una maldita vez!

—Jonathan, ese chico dijo que él era el que estaba pasando por un cuadro de depresión y baja autoestima cuando estaba con su novia. Según dijiste, las víctimas eran personas con sus características, pero hay algo distinto con él. ¡Viste su rostro, no pudo haber sido él un asesino! —explicó Beltrán.

—¿Estás sugiriendo que él debía ser la víctima del asesino? —preguntó Hornet porque quería saber sí su conjetura era cierta.

—Hay una posibilidad, mínima, pero la hay.

Ambos bajaron del auto. Por su parte, Hornet se detuvo para pensar lo que dijo. Todo ello encajó a la perfección en ese rompecabezas que estaban armando juntos, sin piezas ni bordes con qué guiarse.

Cuando volvieron a ver al guardia que cuidaba el lugar, Beltrán se mostró más serio, tanto que el guardia no reconoció del todo al oficial.

—Oficial, ¿Ocurrió algo?

—Necesito interrogar a alguien —dijo imponente, y abriéndose paso entre los pasillos y puertas.

Pasaron directo a la celda donde estaba el chico robusto. Y esta vez Beltrán fue el que empezó con el interrogatorio.
La celda era distinta a la anterior. Había un vidrio donde la seguridad del lugar estaba viendo con detenimiento toda la conversación, algunos hasta tomaban nota para ayudar al agente en el caso, pero nunca opinaban al respecto. Del lado de Hornet y Beltrán, había una gran mesa en el centro donde el detenido tenía las manos esposadas sobre la mesa, haciéndolo ver como un acusado e incluso un asesino. Él estaba lejos de ser tal cosa y ambos agentes —o más bien el agente y el asesino Hornet— sabían que no era un sanguinario.

—¿Puedes volver a contar la historia de lo que tú y tu novia tenían? —preguntó Beltrán, viéndolo fijamente a los ojos.

—¿Y también puedes volver a llorar? Es para fines de investigación. —Se unió Hornet, siendo sarcástico hasta que Beltrán le puso un alto con solo su mirada—: Solo sí quieres, claro.

Jonathan tenía las mejillas tan rosadas que parecía querer llorar otra vez, su garganta atrapó todas las palabras que podían salir de su boca, pero se mantuvo obediente ante aquellos oficiales.

—Ya les dije que... Mary era un sueño para mí. Era linda, amable, nunca le hice daño...

Beltrán pensó en sus palabras. Sabía con anticipación que él era inocente, pero no tenía idea de quién pudo haberle hecho eso a su novia. El silencio reinó sobre los tres, hasta que Hornet habló:
—¿Puedes darnos el contacto de tu terapeuta o psiquiatra? —dijo levantando lápiz y papel.

No soy policía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora