Aquí me tienes... nadando en tu indiferencia

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Unos cuantos días más habían transcurrido desde ese suceso, Elizabeth se miraba frente al espejo que se encontraba en su habitación mirando la herida en su vientre, todavía sentía punzadas de dolor ocasionalmente pero por lo menos ya podía caminar libremente sin tener que tomar largos descansos durante el día. Había tenido la oportunidad de poder conversar con los otros habitantes del hotel, siendo Eugenie con la que conversaba más a menudo al ser ambas de una edad similar y porque fue quien le prestó ayuda desde que llegó, nuevamente se encontro con aquel hombre que P había salvado en la fábrica, Venigni la saludo alegremente al verla otra vez presentándole a Pulcinella, aquella marioneta que habían rescatado y la cual tantos dolores de espalda le había provocado. Había conversado brevemente con Lady Antonia, está le había dado la bienvenida a su hotel diciéndole que podia quedarse todo el tiempo que quisiera recordándole que si necesitaba algo no dudara en acudir a Polendina, entre otros estaba un stalker llamado Alidoro, con este no habia hablado mucho sin contar que ciertas actitudes suyas no le agradaban por lo que optaba por mantener las distancias, por lo poco que habia escuchado por parte de Eugenie, P solia comprarle algunas armas.

Apretó demás el nudo del lazo halando algunos cabellos soltando un siseo de dolor y mordió su labio reprimiendo una mala palabra queriendo controlar su mal humor.

El niño no le había dirigido la palabra desde ese día.

Ella sabía que el chico no era de hablar mucho ya que, siempre optaba por comunicarse con gestos antes que usar palabras, eso era normal su problema era que desde que habia despertado pareciera que el títere fingiera no saber de su existencia y vaya que eso le molestaba mucho, se habia intentado acercar a P en ocasiones pero el chico era bastante astuto y siempre lograba escaparse, incluso se le hacia más entretenido hablar con la nada como lo había pillado en ocasiones.

Ni siquiera se molestó en pensar en lo muy raro que era ese último hecho, su atención estaba más en la aparente ley de hielo que le estaban aplicando.

—Al cabo que ni quería su amistad —murmuro infantilmente terminando de peinar su cabello.

Busco la camisa de botones que reposaba sobre el colchón para luego colocarloselo abotonando botón por botón y luego miro su rostro en su reflejo, su máscara se había roto durante el incidente por lo que no tenia ningun uso ahora ademas, tampoco le encontraba el sentido en llevar una puesta dentro de los establecimientos del hotel. Salió de su alcoba dirigiéndose directamente a las escaleras, al llegar a la primera planta se dirigió al puesto donde pasaba la chica de anteojos la mayoría del tiempo, con el pasar de los días había entablado una especie de amistad con la chica por lo que solía conversar a veces con ella.

Tampoco es que hubiera mucho que hacer realmente.

—¡Elizabeth! Que gusto me da verte —saludo a lo que la mencionada sonrió— ¿Cómo se encuentra tu herida?

El Tic-tac de tu Corazón || Lies Of P Donde viven las historias. Descúbrelo ahora