Tom Willians
"Me duele saber que ya no estaremos juntos, que los planes, los sueños, se quedaron en algún rincón del pasado. Quiero pensar que tomaste la decisión correcta, que donde estás ahora encontrarás lo que aquí no pudiste. Pero, ¿qué hago yo con este dolor que dejaste atrás? No hay un "nosotros" al que volver, y eso es lo que más me rompe.
Ojalá te hubiera dicho todo esto antes, ojalá hubieras visto lo que yo no supe mostrarte a tiempo. Te extraño más de lo que las palabras pueden expresar, y cada día sin ti es un recordatorio de todo lo que podría haber sido y ya no será."
Sostenía la primera carta de Emily entre mis manos, notando cómo las palabras parecían pesar más de lo que el papel podía soportar. Había algo oculto entre sus líneas, algo que no podía expresarse directamente pero que se desbordaba en cada frase. Mientras leía aquel párrafo en particular, sentí un escalofrío. No era solo lo que decía, sino lo que callaba. Las versiones que había escuchado en el instituto no encajaban con el dolor tan palpable en sus palabras. Todos hablaban de traición, aseguraban que había sido ella quien rompió el corazón de Ryan. Pero ahora, con la carta en mis manos, entendía que la historia era más compleja, que tal vez Ryan la había traicionado a ella. Y, sin embargo, los rumores lo pintaban de otra forma.
Cada vez que trataba de indagar, de entender un poco más sobre ella, me encontraba con comentarios despectivos. "Mantente alejado de Emily", me decían, como si su dolor fuera contagioso o su historia un peligro. Pero esa carta, esas palabras que había en esa carta, me mostraban que había algo mucho más profundo, más oscuro, que nadie parecía querer ver o admitir.
Esa curiosidad, esa necesidad de conocer la verdad, fue lo que me llevó a la cafetería donde solía pasar las tardes, con la esperanza de encontrar algo, una pista, una respuesta... o quizás, una forma de llegar a ella.
—¿Solamente eso? —preguntó la chica detrás del mostrador, sonriéndome con esa sonrisa perfecta, de revista.
—Sí, por favor —le respondí, tratando de ser cortés mientras le devolvía la sonrisa.
Tomó mi tarjeta con un toque suave, casi intencional, y cuando me la devolvió, sus dedos rozaron ligeramente los míos. Estaba acostumbrado a este tipo de juegos; sabía cuando alguien estaba coqueteando conmigo, y esta vez no era la excepción. Ella lo hacía con una facilidad que casi parecía ensayada.
—¿Me regalas tu número? —me soltó, mirándome con ojos que claramente buscaban una respuesta que no estaba dispuesto a darle.
Miré hacia la mesa donde una rubia estaba sentada momentos antes.
—¿Ves a la rubia que está ahí sentada? No creo que le guste mucho la idea de que te dé mi número —respondí con una sonrisa de complicidad, evitando decirle un no directo. No quería ser grosero, pero tampoco era mi tipo.
Ella soltó una risita ligera.
—¿Seguro que había una chica ahí? —preguntó burlona, como si mi excusa fuera poco creíble.
Me giré nuevamente hacia la mesa, y para mi sorpresa, la silla estaba vacía. Emily ya se había ido, como si nunca hubiera estado ahí.
—Parece que mi esquizofrenia te resulta entretenida —dije con un tono seco, aunque esbocé una sonrisa para suavizar el comentario. No era el mejor momento para bromear, pero tampoco quería alargar la conversación.
La chica me miró confundida mientras me despedía. Salí de la cafetería con el corazón ligeramente acelerado, sin poder evitar la preocupación que me invadía. ¿Dónde había ido Emily? No había rastro de ella por ninguna parte. Esta chica tenía una habilidad para desaparecer que resultaba inquietante. La había visto ahí, sentada, y en un parpadeo, como un fantasma, se había desvanecido sin dejar explicación alguna.
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Recuerdos Fragmentados
Roman pour AdolescentsEmily perdió la mayor parte de sus recuerdos después de un evento traumático que la dejó con lagunas en su memoria. Lo único que permanece claro es una sensación inquietante: algo terrible le ocurrió a alguien que amaba profundamente. A medida que i...