Tarde.

258 28 10
                                    

¿Enid? ¿Enid Sinclair?

La rubia que se hallaba de espaldas a su escritorio y la puerta de su pequeña oficina mientras tomaba una siesta es interrumpida por el mensajero de turno.

¡Hola! —voltea casi de inmediato intentando no parecer muy adormilada— ¿Tienes algo para mi hoy Jimmy?

Tienes un paquete de parte de tus padres.

Ella recibió el encargo y agradeció al chico que se retiró apresurado a seguir con sus entregas.

¡Enid! —esta vez era Yoko ingresando de improvisto— ¿Sales temprano hoy? ¡Dime que si!

Estoy en fecha de entrega para hoy Yoko,  sabes que tengo que terminar de revisar esos artículos o el gerente me matará.

Tu podrías matarlo antes —sentenció la vampiro mientras blandía una lata de cerveza frente a ella— Vamos... aún está fría 

Otro día, con gusto.

Te tomas muy enserio el trabajo —resopló a modo de queja.

Pues sin este trabajo no puedo pagar la renta y... básicamente vivir Yoko.

Entiendo, entiendo. Señorita editora a cargo la dejo, no se martirice mucho —volteó y mientras se alejaba alzó la voz— Ya-sabes-quién también se queda hoy dice. 

Ella no respondió y abrió el paquete de sus padres intentando no pensar mucho, eran especias, algunos alimentos encurtidos y una carta de su madre preguntando si ya tenía algún futuro pretendiente normie del que deban tener noticia.

No le basta con preguntármelo por teléfono ¿también tiene que enviarme cartas con eso?

Volvió a sus pendientes.

Desde que llegó a Nueva York la vida no había sido nada fácil, se apoyó mucho en Yoko al inicio mientras rebotaba de un trabajo de medio tiempo a otro, hasta que logró conseguir una pasantía en un revista de modas mientras formalizaba sus estudios, siempre disfrutó mucho el escribir desde que estaba en Nevermore y esto mezclado con el mundo de la alta moda era algo que le apasionaba bastante.

Con la cabeza enfocada en ascender y luego de seis años, actualmente tenía el puesto de Editora y era una de las personas tenían la voz dentro de la revista, no era ni una posición tan elevada ni tan baja y los ingresos que ahora si tenía le ayudaban a ir mejorando poco a poco su estilo de vida, con la ocasional participación de Yoko ya que oficialmente eran roomies desde el día uno.

Cerca de las diez de la noche sentía la cabeza completamente pesada, era una de las pocas luces encendidas en el lugar pero logró terminar todo el trabajo, guardó, envió los correos necesarios y apagó todo, al salir al pasillo notó un escritorio donde alguien también parecía haberse quedado hasta tarde, Michael Park.

Ese chico estaba un par de puestos más abajo de ella pero pareció especialmente interesado en la rubia desde que llegó, siempre estaba atento sus ingresos y salidas, ocasionalmente se aparecía  con algún vaso de café o le dejaba algún pequeño dulce con una tarjetita deseándole un feliz día.

Ella lo agradecía y Yoko, que ya estaba enterada del asunto, no desaprovechaba la oportunidad para aconsejarle en dejarse atender por este chico, finalmente él estaba ahí pacientemente atento a cuanta oportunidad se le presentase para hablar con ella y sonreía mucho cada vez que lo hacía, parecía un pequeño cachorro feliz.

Cuando Enid llegó al final del pasillo lo notó con el rostro sobre el escritorio, se había quedado dormido, se sintió culpable porque estaba segura que no tenía tanto trabajo y solo había decidido esperarla, suspirando puso una mano sobre su hombro para despertarlo, al inicio el joven estaba aturdido pero luego se levantó de golpe ofreciendo sus disculpas.

Hoy no - WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora