Dejemos de coincidir

293 25 6
                                    

El aeropuerto en hora pico era el peor momento para abordar un vuelo y aunque Enid lo sabía muy bien encontrar un pasaje a Nueva York desde San Francisco así de barato a última hora fue de mucha suerte. 

Llegó hasta la entrada de la zona de abordaje junto con sus padres, mirando distraída su teléfono.

Enid...

Uhmmm

Enid

Ah...

¡Enid! 

¡Mamá! —respondió— Dime, te escucho.

Cariño, presta atención —miró a su marido en busca de ayuda y el hombre suspiró— ya estás por irte.

Si, si. Igual el vuelo no sale hasta en un par de horas, tengo tiempo de sobra para pasar por el check de equipaje y todo.

Hija —la mujer la forzó a mirarla tomando su barbilla— sabemos que este viaje es muy importante para ti

Lo sé.

Tu padre y yo, no siempre vamos a estar para apoyarte y empezar en una nueva ciudad es bastante complicado, nosotros sabes que siempre preferiríamos que te quedaras en casa.

¿Para ser la niñera de mis hermanos?

Cariño —habló el hombre poniendo una mano sobre su hombro— tu madre lo dice porque sabe que en casa, junto a la manada, es mucho más sencillo que vagar por ahí de manera solitaria.

La manada debería permanecer unida —sentenció su madre con seriedad y preocupación.

Lo sé y lo entiendo, pero esta es una oportunidad que no pienso desaprovechar, estar cerca de la ciudad me tranquiliza más que lidiar con la naturaleza, que me agobia.

Aunque nunca seas un lobo...

Aunque nunca cumpla tus expectativas —cortó Enid— estoy preocupándome por mi futuro. Agradecería que al menos esta vez me apoyes.

Murray la tomó un momento de los hombros y mirándola con cierta nostalgia la abrazó con fuerza, Enid le devolvió el abrazo sintiéndose una pequeña nuevamente ante su agarre, al soltarse el hombre tuvo que carraspear para recomponerse.

Con Esther fue distinto, ella solo le pasó una mano por el hombro y murmuró un tenue "todo irá bien y sino, aquí estaremos", antes de dejarla ir por la puerta de ingreso.

Pasó los controles sin mucho problema y aprovechó para mensajearle a su amiga Yoko que todo iba bien con su viaje y dentro de poco abordaría, le mandó una foto de ella sonriendo feliz en el counter para abordar y se la envió, se acomodó sobre una de los asientos y mientras cargaba su teléfono empezó a escuchar música.

Al cabo de un rato cuando cabeceaba un poco el celular vibró, era Yoko.

¡Holaaaa! —habló Enid emocionada— ¿Cómo va Nueva York por allá?

¡¿La viste?! —la voz de Yoko al otro lado sonaba alterada— Dime que la viste ¡por favor!

¿Ver a quién?

¡Mira tu teléfono genio!

 Aún sin colgar alzó la pantalla de celular y vio que Yoko le había respondido la foto con la misma pero recortada en una de las esquinas, como si hubiera hecho un zoom y apretando la vista notó una cabellera negra en trenzas, una morena cubierta de un abrigo negro que parecía cargar un vaso de café exprés.

Hoy no - WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora