Capítulo 1| Cassian.

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1| Gracias, Cass.

Tirado en el sofá de mi garaje, donde pasaba la mayoría de mi sagrado tiempo, me encendí un cigarro para no recurrir a otra cosa, mientras esperaba a mi mejor amigo: Leone Herrán, o como le gustaba ser llamado: Lee. O mejor aún, cómo yo lo llamaba, el bonitillo.

Es que era guapo con cojones.

Tenía ya quince minutos que había salido de su casa hacia la mía ya que teníamos planeado ir al centro a comernos unos helados o tal vez por parte de Lee, ver chicas o chicos, como estuviese su sexualidad hoy.

Un golpe en mi pierna me hizo abrir los ojos de golpe y quitarme los audífonos con braveza. Le hubiese gritado a la persona de dicha acción, pero al ver que se trataba de él, me lo aguanté. Si hubiese sido mi hermano, de seguro se la devolvía.

—Hijo de las mil putas— espeto.

—Corrígete, Cass, mi madre no es ninguna puta— se hecha a reír y yo le golpeo el hombro.

—¿Por que has tardado tanto?— cuestiono poniéndome de pie y asegurándome de tener mis llaves y mi móvil en los bolsillos— ¿Tú pagas?

—Sí.

Le sonreí en agradecimiento y le agarre el trasero de camino al coche, haciéndolo manotearme y reír a la vez. Agradecía que estuviese en buena posición económica por que sinceramente, Leone me ha ayudado bastante como mismo lo han hecho sus padres. Pero no crean que solo le dejo pagar las cosas a él; no. Yo tenia un trabajo en un taller en donde, ganaba poco, pero suficiente para mis mínimos gastos y aveces, con felicidad, brindarle a él aunque sea un caramelo de la tiendita de la esquina de mi barrio.

Silbé cuando vi que auto había elegido el día de hoy, aunque tuve que mirar varias veces a ambos lados y asegurarme de que ningún maleante estuviese cerca. Otra cosa era, yo vivía en un barrio de mala muerte en donde los disparos, redadas y entre otras cosas, eran el diario vivir. Esta bien, no me quejaba, era lo que mis hermanos, tras la muerte de nuestra madre y del abandono de nuestro padre, podían costearse. Como yo era el menor, ellos se encargaban de ayudarme más a mi y que el dinero que yo ganaba fuese solo para mis usos personales.

Mis estudios... era una cosa que le agradecía profundamente a los padres de Leone ya que ayudaban a pagarlos en el costoso instituto que iba su hijo.

Estaba en la secundaria, cursando mi último año y con suerte iría aunque sea a una universidad local. No me molestaba no ir a una universidad cara con tal de ser un profesional en alguna carrera que me llamara la atención, al menos por ahora estaba a gusto con mi vida.

Una vida de mierda, pero a gusto.

Me amarre el cabello en un moño descuidado y me gire hacia el bonitillo.

—Qué por qué tardaste tanto en llegar.

—Pareces una novia celosa.

—Soy tu novia celosa, imbécil, ahora contesta a mi pregunta.

—Paloma necesitaba mi ayuda.

Ahí estaba, escuchar su nombre era una punzada directo al pecho, una que me removía por completo. Aparto la mirada por un momento de él, lo necesario para estabilizarme. Luego, me aclaro la garganta e intento controlar aquel temblor en la voz.

—¿En qué?

Me miró de reojo.

—Ya sabes, mamá la cambió a mi instituto y le aterroriza ser nueva.

«No tiene nada de que preocuparse. Alma Paloma era una de las estrellas más brillantes».

—¿Por qué?

El Mejor Amigo De Mi Hermano. «LIBRO II»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora