Capítulo 17| Cassian.

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Capítulo 17| Leoncita.

Me encontraba en las estrechas escaleras de incendios que estaban en la ventana de mi habitación, había logrado hacer aquel lugar algo mío. Encendí el sexto cigarrillo cuando mi móvil suena en los bolsillos de mis pantalones y lo vuelvo a ignorar como veinte veces ya lo he hecho en los últimos diez minutos.

Era Leone, queriendo saber como estaba o que cosa tan grave había pasado para que me haya llevado al puto James por delante. Doy una calada y dejo que mis pulmones se enfermen con el humo tóxico antes de soltarlo por la nariz.

«Las palabras de Jerome de verdad me habían afectado» tanto que había estado desaparecido desde el jueves y ya hoy era sábado. No había podido conciliar el sueño esa noche, aunque, la verdad era que no había estado durmiendo bien las últimas semanas.

Sin quererlo ni desearlo, mis pensamientos viajaron a aquel momento en el que los padres de Raden se aparecieron a la puerta de casa con dos policías y una patrulla detrás de ellos.

Me culpaban de que su hija casi muriese por haber ligado algunas metanfetaminas que, según, yo le había proporcionado. No fue así, ella las había conseguido por su cuenta. Su padre era abogado, así que no me fue muy bien que digamos, fui encerrado en la correccional de menores por seis meses  en los cuales a ella no la dejaron verme y fue enviada lejos. Lejos de mi.

Pero esa era una historia que no estaba dispuesto a recordar por ahora.

Me giro con brusquedad cuando la cabeza de Leone aparece detrás de mi y lo primero que hace es arrebatarme el cigarro de los dedos con molestia y hastío.

—Maldito manos ágiles— susurro.

—¿Esto es lo que has estado haciendo? ¿por esta mierda es que me ignoras?— se las arregla para sentarse a mi lado.

—No se de que coño me estás hablando, bonito— lo miro de reojo con molestia a la misma vez que saco otro cigarro de la cajetilla número dos de este día.

—¿Es que quieres matarte, imbécil?— me manotea la mano y hace que este desaparezca escaleras abajo.

Gruño.

—Ya basta, Leone, no estoy de humor.

—¿Que lo ocasionó?— pregunta en un susurro después de un momento.

Frunzo el ceño.

—¿Que ocasionó qué?

—Este brote psicótico en el que no quieres ni verme a mi— suena herido en verdad.

—Te estoy viendo ahora.

—Por que he interrumpido en tu habitación a la fuerza— espeta.

Suelto una risa seca.

—Jerome mencionó a Raden— le cuento— mencionó la vez en la que casi la mato.

—Sabes que no fue tu culpa.

—¿No lo fue?— lo miro de reojo— si yo no la hubiese metido en ese mundo desde el principio, ella... nosotros...— se me rompe la voz un poco y el hecho de que Lee lo note y me coloque una mano en el hombro me reconforta a la misma vez que me hace sentir débil.

—No fue tu culpa, Cass— repite— Rae está bien ahora.

—¿Y yo? tengo mil cosas encima, Lee, aveces siento que no podré más.

—Déjame tomar entonces quinientos de esos problemas para que sea justo, ¿no?, tus problemas son los míos, no tienes por qué aislarte y mucho menos alejarte de mi.

El Mejor Amigo De Mi Hermano. «LIBRO II»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora