VII

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—Me da un elote con chile, por favor —dijo Carreón cuando estábamos frente al señor.

—Uh, a mí también, gracias —dije medio nervioso y el señor enarcó una ceja.

—¿Lo cobro juntos o separados?

«Juntos» respondimos al unísono. Yo me sonroje y jugué con mis manos.

—Yo pago —mencionó Carreón.

—Serian sesenta varos, joven. —La cartera me dolió y siquiera era mi dinero.

¿Por qué era tan caro? Uh, recuerdo cuando los vendían a quince, veinte varos, güey, que buenos tiempos.

Carreón dejó salir un suspiro y puso su mano sobre mi espalda baja al ver mi reacción, como si quisiera decir «tranquilo, no lo sobre pienses».

Con elotes en mano nos volvimos a meter al auto; dejé salir una especie de quejido cuando me recargue contra el respaldo del asiento del copiloto.

—Pude haber dado la mitad —dije un poco apenado.

—Ja, no, literalmente contaría como que cada quien se comprara lo suyo. Yo invite, yo pago ¿o acaso me ves cara de fan del Temach?

No pude evitar reírme y le dí una mordida a mi elote, él hizo lo mismo y luego hizo un ademán con la mano.

—Nah, güey, pinche gentrificación, pinches gringos —se quejó un poco con la boca llena.

—Ay, sí. Allá en Gringo-land son considerados pobres por —agudice mi voz para sonar con un acento chocante y medio fresa— "el estatus social de que todos son ricos y no se qué madre" y nos vienen a joder acá... —conteste después de haberme tragado el bocado.

—Me cae que deberíamos hacer pozole con la receta original...

Lo voltee a ver con las cejas enarcadas mientras mordía el elote y él me miró con una alzada mientras mordía el suyo.

—¿Qué? —le pregunté con la boca llena.

Él solo emitió un sonido parecido a un "mmh". Nos quedamos un pequeño rato mirándonos mutuamente en silencio.

—Pozole es pozole... —dijo sonriendo nerviosamente.

—Aah...

Definitivamente no volvimos a tomar el tema del pozole.

Terminé mi elote rápidamente —tal vez, solo tal vez, con algo de desesperación—, y observé atentamente como él comía el suyo.  Me le quedé analizado su perfil atentamente y me incliné hacia él levemente. Carreón volteo a verme y me sonrió, yo le sonreí y... le dí una mordida a su elote.

Él, con desconcierto en su mirada, alzó una ceja, yo solamente imite el sonido que él había emitido anteriormente mientras tapaba mi boca con el dorso de la mano al masticar.

«¿Me ví muy hambreado? —pensé seguido de un—: la comida robada sabe mejor».

Ví como las comisuras de sus labios se alzaron en una sonrisa y luego su boca se abrió en una carcajada mostrando sus dientes.

—Ten, te lo puedes comer —me dijo sonriendo mientras me ofrecía su elote, negando con la cabeza con los ojos cerrados como si estuviera aguantando las ganas de volver a reír.

—¡No tienes que...!

—Toma —reiteró

Yo hice unos cuantos amagos «¿lo tomo o no? —me cuestioné—. Sí lo hago creerá que soy hambreado o algo así, pero si no lo hago podría ser una falta de respeto. Del tin marín de Don Pingüe...» Terminé por aceptar, apenado, pero con un gesto de gratitud.

El profe favorito [Danicna (Daniel Carreón x Icma)]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora