La noche llegó cuando Mazder se quedó solo tras haber cenado y despedir a Nákar.
El lobo blanco se había ido a un recorrido por sus tierras y no volvería hasta el día siguiente, además, se sentía extraño en esas tierras lejanas y frías.
El continente de Andora tenía sus regiones, Cuauhtlah, por ejemplo, era una región bastante fría gracias a las montañas rocosas que la cubrían y funcionaban como un aislante ante los enemigos. Era imposible escalar debido a lo filosa que era la superficie, y entre dos montañas que chocaban entre sí, se encontraba un pasadizo que servía como vía de escape, nadie sabía hacia dónde salía, aunque se rumoreaba que salía hacia la costa. Atacar esta región parecía imposible y a su vez había sido objeto de guerras entre las tribus, pero al final habían ganado los lobos, quienes se acentuaron con la intención de permanecer aquí durante muchos años.
Andora era una región semi húmeda y durante los primeros meses el bochorno era tolerable hasta que llegaba el verano y entonces todo se volvía un horno asqueroso.
Quizá por eso su padre le había enviado ropas de frío, pero de entre todas ellas, había un camisón bastante seductor que no provenía de su cuarto. Supuso que algún lobo se lo había regalado porque no se parecía en nada a la vestimenta de sus tierras.
Mazder se dirigió hacia los registros que Nákar le había dado, si quería ser un buen Metztli para Cuauhtlah, debía aprender todo sobre la tribu, pero no contó con que todo lo referente a los lobos estuviera en un idioma que no conocía.
—¿Qué idioma se supone que es este…?
Era… extraño, ni siquiera reconocía las letras, eran tan distintas a su lengua que no pudo leerlo, aunque logró identificar que era algo referente a los niños, o cachorros, en sus términos.
Continuó hojeando, eran textos largos y viejos, el papel amarillento y carcomido parecía estar a nada de quebrarse y crujía de una manera en la que Mazder cedió a su preocupación por romper alguna hoja. Después tomó uno más pequeño y salió en busca de alguien que le pidiera decir cómo se pronunciaba este idioma, pero la tribu todavía continuaba reacia a acercarse y la única que se detuvo fue una niña pequeña en su forma guerrera, paró sus orejitas. Sus ojos marrones se fijaron en el cuaderno que traía y movió la cola de lado a lado al tiempo que saltaba y le decía algo en ese lenguaje extraño e impronunciable.
—¡T’ ilábilchik i mám! —la cachorra correteó a su alrededor, eso atrajo la atención de otros cachorros—. ¡Né! ¡Metztli t’ ilábilchik i mám!
Los demás cachorros corrieron y dieron vueltas canturreando contentos algo que Mazder no entendía, se hizo pequeño y sintió calor en las mejillas. Era claro que los cachorros estaban esperando algo por la forma en la que se habían sentado y lo veían mientras movían sus colas tan rápido que sacudían las basurillas de la tierra compacta, pero Mazder no sabía qué querían.
Era la primera vez que le sucedía algo tan vergonzoso. Un Príncipe que había estudiado toda su vida toda clase de etiquetas y adquirió los conocimientos suficientes para dirigir un reino, justo ahora estaba siendo avergonzado por una bola de cachorros peludos y panzones que chillaban ansiosos porque les diera lo que sea que querían. Miró hacia todas partes, la tribu sonreía y asentía, satisfecha. A pesar del frío, Mazder tenía la sensación de que estaba sudando gracias a la ansiedad y vergüenza. De verdad…
¡¿Al menos alguien podía apiadarse de él y decirle qué estaba sucediendo?!
—Hum… ¿quieren esto?
Los cachorros ladearon la cabeza, pero repitieron las mismas palabras, ¿tampoco entendían?
—¡Metztli! —Nákar llegó al rescate, Mazder jamás estuvo tan agradecido con alguien hasta este momento—. ¿No se le comentó que no debía salir? ¿Qué ocurre aquí…?
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Cuauhtlah: La Tribu del Bosque
WerewolfMazder era un Príncipe de un pequeño reino rodeado de criaturas que podían destruirlos en un abrir y cerrar de ojos. Un día, cuando su padre está a punto de morir termina en medio del Rey y del Líder de la tribu más poderosa de todo el continente, p...