Lo conoció por accidente.
Justo cuando ese relincho se escuchó como una risa armoniosa bajo la cascada, sus ojos observaron a un joven humano que saltaba junto a un caballo de fuego que se negaba a entrar al agua, pese a estar cubierto de lodo.
La mirada fue la misma que ese pequeño humano tenía, la diferencia era que, en vez de tener las mejillas sonrojadas y el rostro perlado en sudor; estaba pálido y con las mejillas heladas.
Dayun alternó miradas entre Kxem y ese omega, para recaer en Nerea y Kean, quienes estaban detrás.
—Mi padre está muerto —respondió lo que creyó que le preguntarían.
—Sabemos que se quitó la vida y no vinimos por eso, nuestro Metztli quería conocerte —Kxem avisó con un ligero gruñido que si intentaba hacer algo más iba a matarlo.
Pero Dayun ya no tenía fuerzas para luchar, incluso si ese omega se le parecía, estaba claro que no eran la misma persona.
No era su omega, aquél que llevaba su marca.
—¿Y a qué viniste, Metztli? Estoy seguro que un lobo como yo no vale la pena.
—Conociste a mi padre, yo… Yo te conocía, te conocí gracias a sus pinturas. Eras… Alguien importante para él.
—¿Importante?
Mazder asintió, se acercó un poco para acariciar su pelaje.
—Hay un nudo que se forma bajo el primer machón —Mazder recitó las palabras de su padre, a Dayun le tembló el alma—. Justo aquí, sólo debes separar los mechones y se deshará… Después subes hacia su barbilla y rascas un poco, verás que su rabo comienza a moverse como un rehilete —sólo para asegurarse de que así fuera, Mazder echó una mirada hacia el rabo del lobo y sonrió al ver que sí se movía—. Y entonces el cachorro va a inclinarse y pedirá una caricia, así se adiestra a un lobo.
Kxem no estaba conforme, pero Nerea lo tenía sujetado para que no los interrumpiera. Odió ver a su omega acariciando a otro perro.
—¿Quieres conquistarme, Metztli? —Dayun disfrutó las caricias—. Para tu desgracia, mi amor lo tiene Ezlyn, así que no puedo corresponder tus sentimientos.
—No quiero conquistarte, pero mi padre me habló de ti mediante sus pinturas, siempre fuiste su musa y calmaba su agitado corazón al ver sus cuadros. Quería conocerte porque sólo tú puedes decirme la verdad.
—Soy joven —Dayun negó—. No he cumplido ni los cien años, así que no puedo hablar mucho sobre la vida. Pero si nuestro Yohualli está de acuerdo, te lo contaré
Mazder desvió la mirada hacia Kxem.
—La Diosa Andelu afirma que no estás listo para saber la verdad. Metztli, deberías volver a la madriguera y descansar, estás pálido.
—Quiero saber, merezco saber la verdad. Kxem, yo…
—Y cuando la sepas, ¿qué es lo que va a cambiar?
—Al menos dime —Mazder se giró hacia Dayun—. Dime por qué dejaste el cuerpo de mi padre ahí… Si tanto lo amabas, ¿por qué…?
—Ese humano se lo llevó, me lo arrebató —Dayun ladró con rabia—. Dijo que sería enterrado en el cementerio real, pero no fue así, ¡lo arrojó a la laguna y en cuanto su cuerpo se hundió se volvió negra. No importó cuando lo buscara, jamás pude encontrar su cuerpo, yo… yo no pude, pero sabía que estaba allí, en alguna parte.
Mazder se hizo pequeño, sus manos acabaron apoyadas en la pared rocosa. Los latidos de su corazón fueron lentos, latían en su cabeza y empujaban sus ojos fuera de las cuencas. Se le secó la boca y un sabor amargo lo hizo vomitar lo poco que había comido.
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Cuauhtlah: La Tribu del Bosque
Hombres LoboMazder era un Príncipe de un pequeño reino rodeado de criaturas que podían destruirlos en un abrir y cerrar de ojos. Un día, cuando su padre está a punto de morir termina en medio del Rey y del Líder de la tribu más poderosa de todo el continente, p...