6| Primera noche

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Para: lyakook9785
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Un cántico se elevó sobre los cielos. Mazder evocó sus propios sentimientos hacia la emoción que erizaba su piel y rellenaba los huecos de su pequeño corazón agrietado.

Las hileras que fragmentaron ese corazón nadie las había visto, era algo que se guardaba al ser un Príncipe y futuro Rey. Un dolor, no menor al que había sentido su padre cuando perdió a su omega, se resguardaba entre sus costillas. Su padre jamás había perdido la compostura, incluso al recibir la noticia, él sólo bajó la mirada y asintió. Lo mismo había hecho Mazder cuando se enteró que su padre omega había muerto.

Recordaba la sensación, de querer podría recrearla porque a veces soñaba con ese recuerdo.

Esa loba que cantaba le recordaba a su padre, una voz dulce y suave entonaba letras desconocidas, incapaz de entender el idioma, la melodía le resultó tan similar a la que tarareaba su padre mientras pintabas que Mazder se dedicó a escucharla y observarlos bailar alrededor de la fogata. Las lobas eran quienes bailaban y animaban la boda, los lobos, por su parte, estaban aplaudiendo o disfrutando del festín. Reían animados.

—¿No vas a comer? —El Lobo Blanco lo sacó de sus pensamientos, Mazder asintió—. Puedes ir a tomar lo que gustes.

Fijó sus ojos en la mesa y fue Nerea quien se levantó de su asiento y de un saltó llegó al centro. Mazder se asustó cuando un lobo se adentró a su lado, junto a otros más. Comenzaron a sujetarlo por las manos y cintura, atrayéndolo y alejándolo. Se robó un trozo de carne, sin dejar de mirar la danza. El pelaje negro de Nerea brillaba con esas líneas moradas. A pesar de ser una bestia, podía ver su felicidad, la extraña libertad que había encontrado con su llegada y el cómo había renunciado a todo.

Era como si hubiese esperado este momento por mucho tiempo.

—Se está divirtiendo —Kxem se acercó al príncipe, miraba también a Nerea—. Bueno, supongo que estaba harto.

—¿Harto de qué?

—De ser un objeto sagrado, Metztli.

Mazder al final fue absorbido por el humor de la tribu, bailaban y cantaban sin descanso, el sonido de los tambores, los instrumentos de viento y ese pandero eran lo que más resonaba entre las carcajadas y aullidos.

Un lobo se subió sobre la mesa. No se había dado cuenta de que la mesa era lo suficientemente larga y ancha para que el lobo pudiera caminar sin pisar los alimentos. Era de color café pardo con un tenue color beige en el cuello y panza. El lobo aulló y la música se detuvo.

De pronto la música resonó cuando los tambores anunciaron el comienzo de una danza que no conocía. El lobo dio dos volteretas y cayó frente a ellos, Mazder protegió inconsciente su comida y escuchó la risa de Kxem. Después él le dio una vela blanca adornada con flores secas. El lobo pardo quería algo, pero no podía saber qué.

—Por favor, Metztli, le pido que bendiga nuestra danza con fuego puro.

Kxem señaló los aros cuando Mazder se giró a verlo. Le pareció peligroso, pero lo hizo.

Los aros se incendiaron uno por uno, y eso le permitió al lobo comenzar su espectáculo. Antes de eso aulló y movió sus caderas, se deslizaba por la mesa, siguiendo el ritmo de la música. Danzó como si fuera un Dios del fuego, sus brazos se movían, jugando con el aro envuelto en fuego sin descuidar el que había en su cintura. Después los arrojó hacia el cielo y alguien le pasó unas bolas de fuego que maniobró al hacerlas girar frente a ellos. Sus acrobacias ponían ansioso a Mazder, pero no podía dejar de mirar la forma tan envolvente en la cual el lobo se movía.

Cuauhtlah: La Tribu del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora