—¡Majestad! ¡Ha ocurrido una tragedia!
Las puertas de sus aposentos fueron tocadas con irritante insistencia, el rey terminó siendo presa del enojo cuando el pergamino que escribía se manchó de tinta.
—¡Majestad! ¡Llegó una carta de Andora! ¡El príncipe fue secuestrado!
El enojo se le bajó como si le hubieran arrojado un balde con agua helada, las manos le picaron y tuvo la urgencia de gritar por detalles, pero se levantó del asiento y corrió a encontrar a su mayordomo para arrebatarle la carta y leerla mientras su corazón se ahogaba en preocupación. Le había dicho a ese benevolente rey que traer al príncipe Mazder a Humer era lo mejor para todos, pero él insistía en mantenerlo junto a su lado hasta que la sucesión ocurriera. Faltaba sólo un año para que el príncipe de Andora cumpliera sus veinte y entonces se podrían casar.
Andora y Humer estarían conectadas por un largo puente de hielo y ambos lucharían para recuperar lo que las bestias le arrebataron a Andora.
Ese había sido el plan inicial.
Pero cuanto más leía, más se sentía desfallecer. Tanto que el rey de Andora se había desvivido por darle lo mejor a su querido hijo, ¿y para que unas bestias se lo arrebataran?
Aunque algo había llamado la atención de Kireos, pues en la carta, con una caligrafía temblorosa, estaba escrito que el príncipe se había ido por voluntad propia gracias a su incompetencia y después se había acordado una alianza entre ambas partes.
Pedía romper el acuerdo y pagar una compensación, ¿pero qué podría darles si ya no tenían nada? Andora era codiciada por el príncipe Mazder, sin embargo, el caprichoso omega había rechazado a todos los candidatos.
Salvo a su hijo, Kalev.
Kalev y Mazder habían convivido desde muy pequeños por petición de su heredero, y Andora cedió porque no tenía otra opción, aunque años después habían sido el príncipe Mazder quien arribó al puerto con sus maletas y una armoniosa sonrisa. Kalev en un inicio se sorprendió, pero después hizo lo mismo y se fue a Andora en cuanto se enteró que su futuro esposo había caído enfermo.
—¿En dónde está el Príncipe Kalev? —El rey Kireos preguntó con evidente ansiedad—. ¿Sigue dormido o…?
—Su alteza,el príncipe heredero, salió de caza muy temprano. Dijo que volvería al caer la tarde —informó el mayordomo
Asintió, buscó un lugar cualquiera para sentarse y lo encontró junto al reposabrazos del sofá, soltó el aire que lo estaba sofocando y se pasó una mano por sus cabellos negros. No sabía cuál sería la reacción de su hijo.
Kalev era todo un enigma cuando se trataba de Mazder.
Y viceversa.
Releyó la carta más de tres veces y ensayó lo que podría decirle al príncipe en cuanto volviera, aunque no le extrañaría que los rumores por todo el palacio ya hubiesen comenzado a correr.
Xenos, rey de Andora y su viejo mejor amigo, le había escrito desde el fondo de su corazón, podía percatarse de la humedad del papel, así como de su desesperación con sus arrítmicos trazos, una letra gruesa, temblorina y amontonada. No se le parecía en nada a la caligrafía delicada y armoniosa con la que años atrás le había escrito. Un papel arrugado y manchado con gotas rojas que asemejaban al vino añejado, ¿había estado bebiendo desde entonces? La última vez que se había puesto así había sido cuando perdió a su esposo, al rey Ezlyn… Un omega que encontró su muerte de una forma horrorosa intentando salvar a su pueblo.
—Te fuiste por voluntad propia… —murmuró para sí mismo, su voz perdió fuerza antes de salir por completo de sus labios—. Pero fue una elección que hiciste bajo amenaza.
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Cuauhtlah: La Tribu del Bosque
WerewolfMazder era un Príncipe de un pequeño reino rodeado de criaturas que podían destruirlos en un abrir y cerrar de ojos. Un día, cuando su padre está a punto de morir termina en medio del Rey y del Líder de la tribu más poderosa de todo el continente, p...