06 Modric sabe algo de mí

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Estoy acurrucada en el sofá, envuelta en una maraña de almohadones y mantas

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Estoy acurrucada en el sofá, envuelta en una maraña de almohadones y mantas. Me giro, buscando una posición más cómoda, pero es inútil. El reloj felino de la pared, con su irritante tic-tac, me recuerda que la medianoche ya ha quedado atrás.

Si no puedo dormir, al menos puedo aprovechar el tiempo.

Me desenredo de las mantas y me dirijo a la cocina entre jadeos de dolor, mi espalda trona y siento las piernas acalambradas por la posición. El suelo está frío bajo mis pies descalzos. Abro la alacena en busca de café y mido las cucharadas. Mientras la cafetera burbujea y silba, mi mente vuelve a la pregunta que me ha rondado desde hace días: «¿Realmente quién es Dubravko Modric?». Entonces, decido que esta noche será la noche de la verdad, o al menos de una investigación exhaustiva. Tal vez si resuelvo el enigma de Modric, mi cerebro me conceda el descanso que tanto anhelo.

Vuelvo al sofá con una taza de café entre las manos. Me siento de nuevo en mi nido, con el ordenador portátil ya abierto sobre la mesa ratona. Solo deseo encontrar las respuestas que busco, o al menos acercarme hacia una de ellas. O bueno... el comienzo de una.

Conecto los audífonos y me los acomodo, barriendo la atrocidad en la se había vuelto mi enmarañado cabello. Suena New person, same old mistakes de Tame Impala.

—Martin Luther King, ven aquí —susurro, viendo hacia mis alrededores en busca del gato.

Nada. Ha de estar en una pelea clandestina del barrio.

—Entonces lo haré sola.

Tecleo "Dubravko Modric" y presiono enter. Los resultados llenan la pantalla en un instante: desborda de artículos, biografías, entrevistas y videos. Empiezo por lo básico, una revisión rápida de su carrera. Sus esculturas, famosas y aclamadas en círculos selectos, «...han dejado una marca indeleble en el arte contemporáneo». Leo sobre sus premiaciones en Estados Unidos, Croacia, Inglaterra, Italia y España, donde sus obras han sido celebradas desde las polémicas. Sin embargo, cuanto más profundizo, más extraño se vuelve el panorama. Encuentro referencias a sus "esculturas prohibidas", obras que, según se rumorea, jamás han sido mostradas al público. La mera existencia de estas piezas me genera un tipo de sentimiento de incomodidad, como si ocultaran algo que no debo de conocer. Me sumerjo en foros y blogs que discuten teorías y especulaciones, algunos sugiriendo que estas esculturas «...tienen un poder perturbador, que inspiran morbo o desasosiego en quienes las contemplan».

El café me mantiene alerta, pero no puedo evitar sentir una creciente sensación de inquietud. Me río en voz baja, intentando disipar la tensión, pero la risa suena forzada incluso para mis propios oídos.

La noche avanza y me sumerjo más profundamente en la vida de este artista. Miro fotos de sus exposiciones, de las celebraciones en su honor, y leo entrevistas donde habla de su visión artística, de su pasión por la escultura, pero siempre evitando mencionar directamente sus esculturas más polémicas. Hay algo extraño en su mirada. Él se burla de las cámaras, sabe lo que quieren y juega con sus contestaciones. Encuentro videos de sus participaciones en eventos internacionales, sus discursos son elocuentes y hasta, ciertamente, sarcásticos, y no puedo evitar sentir que hay algo siniestro detrás de esta imagen tan pulida.

Las manos de Modric Donde viven las historias. Descúbrelo ahora