Otras se pierden

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Te hacen falta tantas noches en vela
De esas que al doler solo te hacen más fuerte
Porque si el amor es un juego sin reglas
Unas se ganan y otras se pierden
Te hacen falta tantas noches en vela
No se aprende a amar ni se olvida por suerte
Porque en el amor pasa igual que en la guerra
Unas se ganan y otras se pierden

–Oye Atsushi-kun –dijo Tanizaki– ¿Ocurrió algo con Dazai-san? –el nombrado se sobresaltó

–¿Por-por qué la pregunta?

–Bueno, es que ha faltado al trabajo desde hace dos días y nadie lo localiza ni en su casa, pensé que te habría dicho algo o que sabías algo ya que Naomi y yo vimos que regresaron a los apartamentos juntos y esa fue la última vez que se le vio

–Ah pues, no la verdad es que yo tampoco sé qué pudo haberle pasado

–Bueno, tal vez está buscando algún método de suicidio y no debamos preocuparnos, eso me lo dijo Kunikida-san

–Sería lo más típico... no me puedo perdonar lo que le hice a Dazai-san ese día. Seguramente está muy molesto e incómodo y por eso no se aparece por acá. Debo disculparme en cuanto pueda.

Mientras tanto cierto suicida iba caminando por las calles de la ciudad sin rumbo fijo. Tenía ojeras y se notaba que había bebido algo. Era verdad que lo tenía en muy mal estado lo ocurrido con el joven Atsushi. Por ello es que lo había estado evitando a toda costa. Él mismo no podía perdonarse haber traicionado su juramento. De repente algo invadió sus pensamientos. Chocó al caminar con un joven pelirrojo que portaba traje y sombrero y que iba de la mano con un niño de 3 años.

–OYE FÍJATE POR DONDE VAS

–¿Chuuya?

–¿Dazai? –ambos dijeron asombrados– te ves terrible

–Lo sé

–...

–... ¿Qué?

–Es raro que no contestes con tus burlas habituales, ¿algo malo ha pasado? –preguntó con notoria y sincera preocupación

–Si hay alguien en quien puedo confiar en estos momentos eres tú –respondió con pesadez

–Para decir eso debe ser la peor situación imaginable. Ve al bar donde solíamos reunirnos luego del trabajo, allí hablaremos, te veré luego de hacer unas cosas

–Espera Chuuya –lo detuvo antes de que se fuera– desde que te vi tengo una duda... ¿ese niño que te toma la mano es tu hijo? –dijo señalando al infante de ojos grises y cabello rojizo

–Sí... ha decir verdad es una larga historia, igual quisiera saber qué pasó contigo hace cuatro años, pero ya hablaremos de eso... ahora debo llevar a mi hijo a la guardería –cargó al menor en sus brazos y éste sólo vio fijamente a Dazai

–¿Poqué estás trishte? –articuló el niño a lo que el castaño respondió con una mirada de franca sorpresa, era tan obvio su estado de ánimo hasta para un bebé

–Te veo luego Dazai –dijo rompiendo el momento y se fue caminando a paso veloz

–Vaya, vaya. Así me vería si todo hubiese salido bien –lágrimas corrieron por sus mejillas– al menos Chuuya no tiene que sufrir las consecuencias de su pasado

Caminó hacia el bar que el pelirrojo le había indicado. Una vez llegó, se sentó en la barra y ordenó un whisky. Al poco rato de esperar llegó Chuuya.

–Un Vodka por favor –le dictó al barman– ahora sí, cuéntame qué te ocurrió

–Verás...

***

Para olvidar no hay atajos
Su nombre quiebra tu voz
Pero el tiempo hace el trabajo
De juntar los pedazos si se rompe el amor

Mientras en la agencia...

A

tsushi permanecía sentado en su escritorio haciendo sus reportes diarios, cuando por casualidad Kunikida pasó detrás de él, y permaneció allí olfateándolo.

–Etto... ¿qué es lo que hace Kunikida-san?

–Iba a decirte esto desde ayer pero hueles mucho a feromonas, lo cual es raro ya que nunca habías olido así –caviló– ¿acaso ya tuviste tu celo? –el menor se sobresaltó

–Emm sí, hace dos días

–Qué raro... ¿cómo lo calmaste? Aún no te daban medicamentos supresores y al ser el primero es sumamente difícil controlarlo

–Amm yo pues... tuve relaciones con un omega –tras esas palabras casi se le salen los ojos a Kunikida

–¿Qué? –dijo exaltado– esa es la respuesta más inesperada, como sea de todas formas debemos ir por medicamento para que no vayas a estar con Dios sabrá quién para controlar tus instintos, chico

–Sí... –dijo con pesar

–Espero que al menos se hayan protegido, no querrás tener gatitos a tu edad –dijo en tono burlón

–Sí Kunikida-san, es decir, no Kunikida-san –dijo nervioso

–Vaya que eres una caja de sorpresas mocoso... a todo esto necesito encontrar al inútil desperdicio de vendajes que lleva dos días sin venir y se le acumuló el trabajo al idiota –dijo furioso para luego retirarse 

Después de un año ves que sigues con vida
Pues nadie ha muerto al intentar olvidar
Y aunque su amor dejó una llama prendida
Estás a un beso de poderla apagar

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.
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Recordatorio que la letra en cursiva es la parte de la canción para que no se me pierdan. Mañana un poco más de esta historia, gracias por leer y las que ya tenían el placer de conocerla gracias por volver

CastasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora