CAPITULO 17

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Júpiter

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Es un día lluvioso y muy frio, el cielo es gris con nubes de un tono negro escalofriante, el césped frio me hace cosquillas en los dedos de los pies con forme voy avanzando, ¿Cómo se me ocurre salir a caminar descalza?

Estoy loca definitivamente.

Sigo mi camino hacia enfrente, ya mero llego al bosque, es tenebroso, oscuro e incierto pero no sé porque ciento que algo dentro me llama.

Conforme más me acerco más helado se pone el ambiente, me abrazo a mí misma mientras mis pies pisan por encima de las hojas secas de los árboles y las ramitas que han caído.

A lo lejos escucho un relinchido de un caballo y me quedo quieta en mi lugar, miro hacia todos lados pero no lo veo, al frente está el bosque oscuro y detrás de mí está el campo verde del que venía.

Escucho el galope feroz y veloz del animal pero sigo sin poder ubicarlo, estoy comenzando a temblar, no sé si de frio o del miedo.

Cada vez se escucha más cercas y yo solo sigo girando para buscarlo, de repente suelta un bufido y mí cabello se mueve por el aire que le lanzaron desde atrás, me quedo quieta sin mover ni un solo musculo, siento su respiración en mi nuca y lentamente comienzo a girar para ver que tengo a mi espalda.

Y ahí está, un enorme caballo negro frente a mí, mi cara queda justo en su pecho, por muy arriba de mi cabeza llega su hocico, me está mirando a mí, sus ojos parecen dos piedras rojas ardientes, su cabello, no tiene cabello en sí, es como humo o neblina negra que se mueve sin ningún rastro de gravedad.

Su piel, ni siquiera eso parece, tanto en su rostro como en todo su cuerpo parece que estuviera echo de piedra con grietas por todos lados donde claramente se puede ver lava ardiendo dentro de estas, sigue mirándome fijamente a mí, doy un paso atrás por miedo y el me sigue, vuelve a bufar esta vez a mi cara directamente, su aliento es muy caliente y huele a humo, como si este caballo hubiera sido sacado del mismo infierno.

Doy otro paso atrás y vuelve a seguirme, reúno valor y levanto mi mano para tocarlo, a acerco muy lento y el solo está muy quieto esperando mi movimiento, pongo mi palma en él, es muy caliente pero soportable y como lo dije pareciera de piedra y también se siente así.

Lanza otro bufido al tiempo escucho crujir más ramas a mi lado derecho, volteo y veo una sombra enorme negra a punto de lanzarse hacia mí, el enorme caballo actúa rápido, se coloca frente a mi protegiéndome con su cuerpo mientras lanza fuego de la nariz como si fuera un dragón, la sombra enorme se frena y el caballo relincha quedando solo en 2 patas, y si en 4 era enorme ahora lo es más.

La sombra se aleja poco a poco y el caballo regresa a su posición advirtiéndole no sé, estoy muy segura de que el ruido que acaba de lanzar fue una clara amenaza, estoy tan asustada que comienzo a retroceder y caigo de espaldas, como si fuera un hoyo negro y profundo comienzo a caer, en la orilla solo puedo ver al caballo mientras me mira...

—Hey, hey, hey, tranquila, es solo un sueño. —Abro los ojos y veo a Lucián recostado encima de mí, con sus manos en mi cara.

Me siento de golpe en la cama, estoy sudando, estoy toda empapada, el me rodea los hombros con su brazo izquierdo y me pega a su pecho para que me calme.

—Tranquila. Ya estas despierta. Estarás bien.

—Era un caballo, enorme, sus ojos y su piel, era fuego, era enorme. —Lucián capta mi mirada, sus ojos agudos, atentos, pero tan reconfortantes para mi alma.

Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora