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Los días se las pasaba entretenido entre aquella gran pila de libros, recostado sobre la panza de su hermano podía leer y disfrutar de su mundo imaginario, hechos ficticios cómo reales, la historia de su pueblo le encantaba en gran manera el cómo surgió el primer rey de esté lugar y cómo a sido la raíz familiar hasta el día de hoy. Rin se sentía muy orgulloso de leer a la perfección aquellos libros y entender incluso los logos en las páginas qué mostraban las distintas alianzas del reino y las amenazas para el.

── Hermano, tengo hambre.

── Ve a comer, creo qué vi frutilla picada en la cocina.

── ¿Me acompañas?

── Esta bien, voy contigo.

A los hermanos siempre les encantaba pasar tiempo juntos, no había momento en el qué se separarán, todo lo hacían junto uno al lado del otro brindándo se ayuda mutua. No había nadie qué pudiera separarlos.

── Hermanito, quisiera tener un amigo.

── Cierto, padre me comentó qué tendremos la visita de algunos reinos, quieren crear alianzas con nosotros a cambio de darles suministros nuestros. ── Sae posó una de sus manos en su mentón haciendo memoria del chisme qué escucho ── Puedes aprovechar allí y hacer muchos amigos.

── ¿Crees qué alguien quisiera ser mi amigo? ── el pequeño sentía temor qué su sueño no se cumpliera, temía no conseguir un amigo

── Ten por seguro qué conseguirás alguno, eres lindo hermano así qué no  veo por qué negar tu amistad. ── su contrario alentó aquella pequeña qué en su mente y corazón mantenía

── Eres el mejor, hermanito.

Eran príncipes tenían mucho poder pero por sobre ellos estaba el deber y la responsabilidad, la vez en la qué robaron frutilla de la cocina castigaron a la criada por semejante descuido creyendo todos qué fueron roedores quienes hurtan el alimento, el alimento del rey. Los pequeños herederos no eran conscientes de lo qué hacían o las consecuencias qué sus actos traían, ellos sólo se divertían cómo dos pequeños niños.

Hasta qué llegó el destino.

Una tranquila tarde en aquella bonita alcoba del heredero menor se encontraban ambos príncipes descansando de sus travesuras cuándo en un repentino momento llegó sus padre a visitarlos y a ambos encontró arrecostados, no había nada malo hasta qué encontró sobre una mesita de noche un recipiente lleno de frutilla picada, frutas en específico, su amargura comenzó a crecer.

── Hijos, es bueno verlos a ambos juntos. ── saludo con alegría el mayor, entrando por completo a la habitación y cerrando la puerta tras de él

── ¡Padre! ¿Quieres jugar con nosotros? ── los brillantes ojitos del de cabellos oscuros brillaron con emoción

── ¿Qué están jugando? ── su majestad sentía curiosidad por aquel juego qué mantenía bien entretenido a sus dos hijos

Es un juego de cartas, se escoge sabiamente qué carta pondrá uno para ganar, trata de animales.

── La gallina le gana al pollito, el pato le gana a la gallina, el cerdito le gana al pato, vaca le gana al cerdito, el burro le gana a la vaca, el caballo le gana al burro y por último, el campesino le gana a todos. ── la explicación del chico no hizo más qué confundir al rey qué sólo memoriza un par de estrategias qué su hijo mencionó

── Comprendo.

Fue muy inusual para ambos chicos poder pasar un tiempo en familia, toda aquella mañana se la pasaron jugando una diversidad de juegos diferentes en compañía de sus padre apreciando el único momento en el qué sus progenitor se acercaba a ellos para formar un vínculo más fuerte ──aunque en la mayoría de juegos el rey perdió── Quién había salido vencedor de casi todos fue el de cabellos rojizos con su mente maestra y su manera tan detallada de planear todo a la perfección apesar de tener ocho años ya incluso sabría cómo dirigir toda una nación.

Fue la chispa qué comenzó todo aquello.

── Tengo algunas cosas qué hacer, me e divertido con ustedes hijos míos pero es tiempo de volver.

── Adiós padre, cuidado en tu camino. ── Rin siempre le deseaba lo mejor a su mayor

── Sae, quiero qué te dirijas al salón de reuniones hay algunas cosas qué hablar contigo.

Bajo la atenta mirada de los chicos el rey se marchó de allí dejando con dudas al par de hermanos ¿para qué sus padre quería la presencia de Sae? Jugaron unos minutos más antes qué el heredero se fuera al lugar qué sus majestad menciono causando tanto curiosidad cómo preocupación en Rin por saber si sería regañado de algo qué en esos días cometió. El Itoshi menor se quedó completamente sólo en su habitación mirando a su alrededor para buscar en qué distraerse y pasar el tiempo, su hermano tardaría mucho en volver y no quiere esperar mientras le mata el aburrimiento.

── ¿Hadas? ¿Sabes tú en dónde viven? Cala, dice aquí en el libro qué los seres más hermosos están relacionados a ellas y tú eres más qué hermoso, dime en dónde están. Te prometo qué no le diré a nadie. ── en aquel momento de soledad el de bonitas pestañas había leído en un libro de fantasía sobre hadas, creyendo en su inocencia qué aquel contenido era real pues en una frase con diversión pusieron "basado en hechos reales" y el supuso qué era cierto así qué quería encontrar una

Sae no volvió a su habitación lo qué restaba del día, no fue hasta el anochecer en dónde en el silencio qué resguardan las penumbras el chirrido de la puerta alarmó su sueño, el primogénito entraba con cansancio y llevando consigo una mirada llena de vacío dentro del interior de aquella alcoba. No habló, no dijo nada, él sólo se dejó caer en su cama y él sólo veía cómo su hermano soltaba un largo suspiro cargado de amargura, espero unos minutos para hablarle a su mayor y preguntarle por su día.

── Hermanito, ¿sabías qué las hadas existen? Cala me ayudará a encontrar una. ── el príncipe mayor giró un poco su cuerpo para mirarlo de reojo, asintiendo en silencio a aquella confesión

── ¿Qué sucede hermanito? No te veo muy bien, ¿tienes mucho sueño? ── Sae no dijo nada hasta pasado algunos minutos, largos minutos qué mantenían carcomida la curiosidad del más bajo

── Si, no pasa nada. Ya es hora de dormir, Rin.

── Pero hermanito, es hora de ir y salir.

── Tienes razón, vamos.

Nuevamente saldrían fuera del palacio a escondidas, la oscuridad de la noche les ayudaba a ellos a mantener  escondida sus identidad pero eso no significaba qué no llamarán la atención de niños pequeños de sus edades. Muchas niñas y niños le confesaron y recitaron halagos al menor de la familia. Sae burlón en broma y de manera coqueta le comentaba a su hermano qué en su futuro sería todo un casanova con el cuál lidiar.

El dolor en el cuerpo del príncipe mayor se fue durante aquella visita nocturna, no había querido preocupar a su hermano diciéndole qué fue castigado a vara por su padre tan sólo por haber tomado de aquella frutilla durante mucho tiempo.

No fue tú culpa Rin.

No sabían qué futuro les esperaba pero sentían mucho curiosidad de conocerlos.

Un futuro prometedor y lleno de romance.

¿Cuál podría ser el final de ese destino?

ᵖᵘᵉᵇˡᵒ ⸙ 𝑴𝑰𝑶  「𝚁𝙸𝙽𝚂𝙰𝙶𝙸」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora