Maratón 2/2: Familia Ramírez

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–– Sí mamá yo sé, aprendí bien de cocina, no te preocupes–– reí llevándome una aceituna a la boca.

El teléfono se sostenía entre mi hombro y mi oreja mientras mis manos se ocupaban de que salieran cortes de carne perfectos, AC/DC se reproducía en la radio que Richard habia traído a casa hace unos días, que, según él,  habia sido una ganga.

–– Bueno mamá te tengo que colgar, estoy apurada cocinando para los Ramírez, vendrán en unas horas–– digo tomando mi teléfono con una mano mientras que la otra la llevo a mi cintura.

Me despido de mi madre que me había hablado hace unos minutos para hacerme las típicas preguntas de cómo me está yendo acá y si no quiero regresar a casa cosa que me saca más de una risa ya que sí bien es cierto que los extraño ya no podría irme, al menos no a vivir. Tengo a mis amigos aquí y a Richard.

Aún no he tenido el placer de presentarles a mi novio pero mi mamá estuvo al tanto desde que le dije que comencé una relación con una chico de El Paso que vive aquí. Espero en unos días también poder reunirnos con ellos como hoy que por fin conoceré a la familia de mi novio latino.

Me siento un poco nerviosa de cocinar para ellos pero quiero demostrarles que puedo ser una buena chica para su hijo y quién sabe, tal vez en un futuro su esposa.

Los minutos pasan y cada vez se acerca más la hora de la visita, mientras meto la carne al horno con sumo cuidado escucho la puerta abrirse para segundos después escuchar pasos acercarse a la cocina. Cierro la puerta del horno de la cocina y me quito los guantes para darme la vuelta.

–– Eso huele bien–– dice el morocho sobando su abdomen

–– Espero les guste– suspiro––¿Cómo te fue?

Richard me da un casto beso en los labios y apoya su frente en mi hombro exhausto.

Había pedido que le cambiaran el turno solo por hoy con otro compañero al que le tocaba de día diciendo que su familia lo visitaría de noche. El jefe, que es un señor ya de 50, aceptó con todo gusto, según lo que me ha contado Richard, lo quiere mucho como a un hijo y no vio el problema en darle permiso. Mientras yo igual tuve que pedir permiso en el mío para faltar.

–– Un poco cansado–– acarició la parte trasera de su cabeza enredando los dedos de mi mano en sus pequeños rizos–– ¿sabes?–– se incorpora–– lo siento más pesado que la noche y ni siquiera sé porqué.

–– Bueno, los bares a las 5 de la tarde  comienzan a llenarse, es la hora pico de los trabajadores que salen a esa hora–– opino y el asiente.

Richard me dice que irá a darse una rápida ducha y luego volverá para ayudarme a poner la mesa para la cena

¿No es un chico dulce mi novio?

Termino los últimos preparativos de la cena cuando escucho a Richard acercarse a la cocina, lo miro y me sonríe para luego sacar la vajilla y cubiertos y ponerlos en los respectivos lugares de la mesa. Hoy seríamos varios comiendo en nuestra gran mesa del comedor, por suerte es lo suficientemente grande para caber 10 personas.

En cuestión de minutos habíamos terminado de poner la mesa y organizar la comida en bowls para que cada quien tomara las porciones que desee de comida, adornamos con un mantel bonito, y pusimos los bowls en el centro con pinzas y cucharas.

El timbre sonó anunciando que los Ramírez estaban del otro lado de la puerta, apreté mis labios en nerviosismo y Richard me sonrió con una sonrisa tranquilizadora. Suspiré y Richard fue a abrir la puerta. Rápidamente me quité el mandil que cubría mi ropa y lo guardé para luego alisar mi vestido color escarlata.

Sweet But Psycho | Richard Ramírez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora