Happy for you

324 29 4
                                    

Parte I de II
Parte II de I

Ya fue un año, un año sin saber de él, 12 meses, tres semanas, 7 días y 13 horas desde la última vez que Leon y tú sostuvieron una conversación personal. Ya pasó tanto tiempo desde la última vez que pudiste llamarlo "mi amor" para decirle adiós, despedirte de forma solemne de un amor que resultó ser más efímero que permanente. Más fragilidad que resistencia.

Estuvieron juntos tres años, construyendo una vida al lado del otro, donde sus secretos encontraban tus oídos y tus risillas traviesas sus gestos divertidos. Creían que "para siempre" eran eones, tanto tiempo que perdía sentido el reloj, que las normas del tic tac eran inservibles cuando ya tus sentimientos escapan de la lógica o normativa.

Ambos decidieron dar por terminado aquel viaje, donde encontraron bifurcaciones, entendieron que cada quien debía ir por andares desconocidos para el otro y ajenos a los ojos que no les pertenecían. Los motivos parecían justos, luego de sólo encontrar discusiones y palabras desagradables de la voz que algún día les acogió el corazón, ya no veían sentido para proseguir en un recorrido, prefirieron darse a la fuga, lo mejor era dejar al veredicto final del olvido las salidas, los besos furtivos y las pláticas honestas.

En todos esos meses, Leon encontró la manera de poner en orden el acertijo que ahora le parecía su vida, paso de tener la estabilidad de una relación seria a la incertidumbre del futuro, donde tener un trabajo que lo obliga a observar a la muerte constantemente a los ojos, de alguna forma muchas veces lo impulsó a querer tomar elecciones imprudentes. Sin embargo, se tomó su tiempo, primero quiso detener esa nueva costumbre de beber un café mirando a la calle donde estaba tu librería favorita, porque muy en el fondo aunque sabía que fue lo mejor terminar, una parte de él, quizá la más romántica y al mismo tiempo censurada, tenía las ansias de ver tu figura desfilar por la calle, tu cuerpo perderse entre los espacios ocupados por otros seres y la manera desvergonzada en que robabas las miradas.

No sucedió, por el contrario, te esfumaste de su vida como el vaho que se escapa del aliento en noches de frío, cuando no hay calor suficiente que arrope en una soledad que cala los huesos. Aprendió a vivir con ello, pensarte de vez en vez, como la adicción silenciosa de quien se niega a dejar ir lo único que le provoca euforia en el cerebro.

Decidió disfrutarte sigiloso, no hablaba de ti con nadie y entre sus amigos tu nombre estaba prohibido, aunque en su intimidad, taciturno, se permitía hablarle a la hosquedad sobre tus bondades aunque eso hiciera que su corazón se quejase más ante tu ausencia. Con la única compañía de sus propias memorias, dedicó en su privacidad su sentimentalismo honesto, aunque era barato.

En algún momento pensó en buscarte, pero de la nada desapareciste sin dejar rastro, lo único que le quedaba era un recuerdo inexacto que le acechaba las memorias por las noches, como un fantasma que chillaba lamentos de amor. Ambos se dejaron ir tan fácil como pudieron, admite que no fue un excelente novio, pero tampoco fue tan malo y tu...tenías un carácter complicado, a veces no sabías expresar tus emociones y tu lengua era filosa para hacer daño, eso no le importó, jamás. Eras la flor en su horizonte y te amaba.

El tiempo de todas formas no lo perdonó, el avanzar de las manecillas fue erosionando el sentimiento, hasta que se transformó en una reminiscencia, guardó el amor en un cajón y espero pacientemente a que volvieras. Nunca se lo confesó a nadie, jamás aceptó este hecho y aún luego de empezar a salir con Claire, seguía visitando en ocasiones tu fantasma, cuando lo único que podía presenciarlo eran las paredes cómplices de su desventura emocional.

Un año después, las risas generales hacían eco en tu cerebro, como si ahí dentro fuera una habitación que hacía rebotar los sonidos constantemente. Aunque cuando tus ojos volvieron a posarse sobre él, todo se silenció ante el estruendo de una pregunta "¿Por qué no puedo creerlo?" Quizá una parte de ti esperaba que ambos siguieran solteros, quizá encontrarse perdidos en el océano, hasta que en los ojos contrarios se topasen con la brújula que los llevase de regreso.

Leon S. Kennedy - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora