Capítulo 11: Oxford III

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Después de la pelea con los matones de Arthur Mc Bride y de Gordo Joe los ánimos parecieron relajarse una temporada en la Universidad

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Después de la pelea con los matones de Arthur Mc Bride y de Gordo Joe los ánimos parecieron relajarse una temporada en la Universidad.

El joven William, sin embargo, sospechaba que los dos abusones aún no habían escarmentado así que estaba en guardia porque presentía que tramaban represaliarles de algún modo. Se dio cuenta de que pasaba algo raro porque sospechaban de ella. Se había enterado de que alguno de los cómplices de Arthur tramaba desenmascarar a su compañera y ya los había sorprendido muchas veces espiándola mientras iba al lavabo. De modo que le había pedido a Vanessa que extremar las precauciones y que procurara no estar nunca sola.

Las consecuencias de que alguno de aquellos miserables llegase a descubrir el secreto de la muchacha, serían desastrosas. Por otra parte, el que ambos estuviesen obteniendo resultados excelentes en sus estudios no ayudaba más que a agudizar la antipatía y la envidia de muchos. Por lo que se empezaron a formar grupúsculos de detractores. Y compañeros que al principio parecían afines, pronto pasaron a formar farte de las filas de aquellos que los detestaban. De este modo su vida en el campus empezó a complicarse. Y los entrenamientos con Georges también se volvieron más intensos en el gimnasio que por suerte tenían a su disposición en la casa que había alquilado para él su familia.

Por otra parte, también tenían compañeros que no se dejaban llevar por emociones tan bajas como la envidia o el recelo y que tenían cierta integridad. La mayoría de ellos alguna vez habían sido objeto de los abusos y las burlas de Mc Bride y Smithson. Pero otros más débiles de voluntad se habían sumado al grupo de Arthur, empeñados en cegar los ojos a su propia mediocridad. Las miradas lo decían todo y William sabía que Vanessa tenía que andarse con ojo.

La suerte de que la hubiesen tomado al principio por un hombre afeminado parecía a punto de terminarse y William decidió que iban a cerrar siempre con llave la puerta de su cuarto mientras descansaran o durmieran, aunque no sabía si serviría de algo ya que tenía miedo de que alguien consiguiera hacerse con una copia de las llaves maestras que guardaba el conserje. Si alguien llegara a colarse en la habitación, Vanessa estaría perdida.

Para disimular su pecho, ella solía enrollarse y apretarse una tela al torso desnudo y vestía la ropa holgada de su hermano. También había empezado a fumar, por lo que su voz aparecía más ronca de lo que en realidad era. Lo que al muchacho le preocupaba, pues sospechaba que el tabaco no podía traerle nada bueno.

Lo cierto es que a William lo maravillaban su perseverancia, la férrea voluntad de la muchacha por luchar por sus propias convicciones e ideas y su vitalidad que parecía no agotarse.

Además, la muchacha era muy inteligente y sus conversaciones con ella resultaban refrescantes, ingeniosas, divertidas y amenas. No era una joven como las demás: quería abrir su propia agencia de detectives una vez se hubiese licenciado en derecho.

También estaba fascinada con los clásicos de la literatura y adoraba a Shakespeare casi tanto como el propio William quien se sentía cada vez más próximo a la muchacha. Hasta el punto en que llegó a sentirse lo suficientemente cómodo como para confiarle su identidad secreta, a revelarle sus inquietudes y el peso que suponía para él cumplir con las expectativas de su familia.

Amor Cautivo [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now