Ha sido un error

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Pablo Pov

Pude notar la indecisión reflejada en los ojos de Isabella, su respiración agitada y su cuerpo tembloroso bajo mi tacto.

—¿Quieres que te bese, Bella?—susurré, acercándome para depositar suavemente besos detrás de su oreja.

Aunque no respondió verbalmente, su mirada hablaba por sí sola.

Con determinación, acerqué nuestros labios lentamente hasta que estuvieron a punto de rozarse. Podía sentir la tensión entre nosotros.

Entonces, sin pensarlo más, cerré la distancia y la besé con pasión, permitiendo que el ardor del momento disipara cualquier incertidumbre o vacilación.

Ella correspondió al beso de inmediato, sus labios encontraron los míos con un hambre necesitada, como si estuvieran buscando algo más que un simple gesto de afecto. Nuestros labios se unían con una urgencia palpable, y aproveché para intensificar el beso, entrelazando nuestras lenguas.

Mientras nos entregábamos al beso, sentí cómo el deseo crecía dentro de mí, cada fibra de mi ser ansiaba su cercanía. Mis manos exploraban su cuerpo con una necesidad abrumadora. Comencé acariciando su rostro con ternura, dejando que mis dedos se deslizaran suavemente por su piel. Luego, descendí hacia su cuello, sujetándola con delicadeza, sin ejercer demasiada presión.

Mis manos continuaron su travesía descendiendo hacia sus pechos, donde los sujeté con firmeza entre mis manos. Sentir su textura, su calidez, me hacía sentir como si estuviera en el paraíso.

El hecho de que Isabella me permitiera tocarla de esta manera me volvía completamente loco.

Sentía que nunca tenía suficiente de ella. Quería más y más y más.

Se alejó de mi boca para recuperar el aliento, pero apenas tuve la oportunidad, la atraje nuevamente hacia mí, ansioso por volver a sumergirme en su sabor.

No quería salir de esta burbuja. Podía pasarme toda la vida besándola.

Besarla se había convertido en mi nueva actividad favorita, mi adicción.

A pesar de haber besado a muchas chicas en el pasado, ninguna había despertado en mí tantas emociones con solo un beso.

Isabella estaba destinada a ser mi perdición, y estaba completamente seguro de ello.

De repente, Isabella se separó lentamente de nuestro beso, y cuando nuestros labios se separaron, su mirada se encontró con la mía—Creo que hemos ido demasiado lejos—dijo con voz suave pero firme.

La miré con intensidad, sintiendo una mezcla de frustración y deseo ardiendo dentro de mí. Después de haber cruzado esa línea, no quería detenerme. Había esperado tanto tiempo para este momento que el pensamiento de retroceder era casi insoportable.

Había probado la dulzura de sus labios y ahora entendía que no podía volver a ser solo su amigo, sin ninguna otra intención.

Mi corazón estaba decidido: la quería para mí, en todos los sentidos posibles.

—Así que ¿quieres que paremos?—pregunté, tratando de ocultar mi decepción.

Ella asintió lentamente—Sí, creo que es lo mejor. Esto se nos ha ido de las manos.

Aunque me cuesta aceptarlo, sabía que tenía razón. Quizá era demasiado pronto.

Asentí con resignación, tratando de disipar la tensión que se había acumulado entre nosotros.—Lo siento—murmuré, sintiendo el peso de mis acciones.

Isabella me sonrió débilmente, buscando tranquilizarme.—No te preocupes. Lo he disfrutado—dijo con voz reconfortante.

Escuchar eso me devolvió la esperanza. Quizá no estaba todo perdido. Quizá no la había cagado tanto, y había aún una pequeña posibilidad de que volviera a ocurrir.

BAD REPUTATION // Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora