La vida no se acaba cuando te equivocas

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5 de abril del 2024

Isabella Pov

—Hoy se cumplen dos meses desde tu regreso a Barcelona, ¿Cómo te sientes respecto a eso? —preguntó mi psicóloga.

Tras esa pregunta, reflexioné sobre cómo ha cambiado mi vida en dos meses, pasando de ser una estrella mundialmente reconocida a ser una persona totalmente anónima.

Durante estos dos primeros meses en Barcelona, me he centrado en mi bienestar emocional. Decidí alejarme de las redes sociales para enfocarme en mí misma, sin preocuparme por lo que se pudiera decir de mí. Mi manager ha estado llamándome regularmente para asegurarse de que todo esté bien. Junto a mi madre y su novio, son las únicas personas que tienen contacto directo conmigo y conocen mi situación. Para el resto del mundo estaba desaparecida.

Prácticamente, solo he salido de casa para ir a terapia y poco más. Las primeras sesiones con mi psicóloga fueron un poco extrañas. No sabía qué decir ni por dónde empezar, pero poco a poco fui soltándome. Ella me recomendó llevar un diario donde pudiera escribir todos mis pensamientos y emociones que no podía expresar, y eso me ayudó bastante. No solo escribía para desahogarme, también comencé a escribir letras de canciones. Siempre me había apasionado la música, pero con todo lo de la actuación nunca había tenido tiempo para centrarme más en ella y componer canciones completas.

Para añadir ritmo a mis letras, decidí aprender a tocar un nuevo instrumento: la guitarra. Aprendí por mi cuenta viendo videos en YouTube y practicando en casa. Fue un proceso difícil, pero me ayudó a encontrar otra forma de expresarme y canalizar mis emociones.

También he creado un pequeño gimnasio en casa, en el cual he pasado mucho tiempo ejercitándome. En cuanto a la convivencia con mi madre y su pareja, sorprendentemente ha ido bien. Es cierto que tuvimos algunos desacuerdos al principio, pero al final logramos solucionarlos y mantener la paz.

—Bien, Sandra, me siento bien —admití finalmente.

—Eso es bueno, Isabella, hemos avanzado muchísimo —respondió Sandra con una sonrisa alentadora.

—¿Tú crees? —le pregunté insegura.

—Isabella, por favor, al principio ni siquiera podías mencionar a tu padre, y ahora estás aprendiendo a aceptar que no está en tu vida, y que tu madre no tiene la culpa. Has hecho un cambio radical de pensamiento en muy poco tiempo, y lo has hecho tú sola. Estoy muy orgullosa.

—No sé, aún me siento una mala persona —confesé, aún cargada de culpa por mis errores pasados.

—Isabella, la vida no se acaba cuando te equivocas —dijo con calma— Tienes que aprender a perdonarte para poder perdonar a otros. Es un proceso largo, pero estoy segura de que lo conseguirás.

—Lo intentaré, Sandra, de verdad que sí —respondí, decidida a seguir adelante y trabajar en mi autoaceptación.

—Recuerda, Isabella, el perdón es un regalo que te das a ti misma. Te libera del peso de la culpa y te permite avanzar —añadió con una sonrisa comprensiva.

—Gracias, de verdad, por estar siempre ahí para mí —le dije sinceramente. Era genial tener alguien en quien confiar.

Sandra asintió con una sonrisa cálida.

—Estoy aquí para ti, Isabella, en cada paso del camino —respondió con amabilidad.

                                         (...)

—Sorpresa —exclamó Daniela, mi manager, entrando en mi habitación.

—¿Qué haces tú aquí? ¡Cuánto tiempo! —respondí con sorpresa.

BAD REPUTATION // Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora