capítulo 1

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Hayden
LO MATÉ.
El senador no es el primero ni será el último. Hay una satisfacción en esto, pero es
fugaz, similar a una llama que se apaga rápidamente. Muerto y olvidado.
Como mis víctimas.
Justice es una amante que llama mi nombre y me abraza para follarme. Y déjame
desamparado. Vacío. Queriendo un cierre que nunca poseeré.
La lluvia cae en un chorro ligero pero constante, cayendo sobre todas las superficies
del cementerio.
El césped.
Las lápidas.
Los rostros de los dolientes.
La precipitación choca con las lágrimas que corren por las mejillas de quienes
contemplan el ataúd. El dolor está en todas partes, impregnando la atmósfera como una
densa niebla. Dejo que me cubra, me envuelva, me traiga paz. Es raro sentir esta
serenidad. Los funerales de mis víctimas son uno de los pocos lugares donde experimento
esto, por eso siempre asisto.
Para completar el ritual...
Terminar una vida.
Dar justicia.
Empezar de nuevo.
Recorro con la mirada a los asistentes, un mar negro entre el fondo verde, una mancha
de tinta sobre un campo esmeralda. Se congregan, se apiñan para brindar y recibir
consuelo, algunos lloran en silencio mientras otros sollozan ruidosamente. Todos ellos rotos.
Exepto por uno.La misma persona que debería ser destrozada se mantiene firme. Pero no por falta de
cariño. No, ella ama al difunto. Profundamente. Cada una de sus respiraciones es un
desafío, como si la estuvieran estrangulando, y hace una mueca de dolor cada vez que
sus ojos color avellana se posan en el ataúd de caoba.
Sin mostrar lágrimas.
Aún no. Pero al final todos lo hacen. Otra parte del ritual que disfruto.
Aunque todavía no puedo entender por qué la gente llora el mal. Deberían sentirse
aliviados de que haya un individuo asesino menos en el mundo. Un hombre menos que
se aprovecha de mujeres y niños inocentes. Sospecho que es porque no son conscientes
de los actos viles que cometieron sus seres queridos. Si lo hicieran, expresarían miedo, no
tristeza.
Calista Green es exquisita en su melancolía.
Esta mujer es el ejemplo perfecto de cómo debería ser la hija de un político. Ropa
impecable y planchada, maquillaje impecable y su cabello largo y oscuro rizado y
recogido sobre su cabeza de una manera que acentúa la hermosa pendiente de su cuello.
Lo que realmente vende la imagen es el collar de perlas que lleva, por las que de vez en
cuando pasa los dedos para calmarse.
Como única pariente viva, ella es mi centro de atención. No porque la mujer sea joven
y atractiva, aunque habría que estar muerto para no darte cuenta. Humor grave de mi
parte. Qué raro... y divertido.
Independientemente de su belleza, la señorita Green es a quien observo con gran
expectación, mi pecho subiendo y bajando al mismo tiempo que el de ella, mi cuerpo
inclinándose hacia adelante cada vez que ella se mueve. Ella es con quien estoy conectado
en este momento.
Hay poesía, una aguda ironía al quitarle la vida al hombre responsable de la vitalidad
que fluye por sus venas. Haciendo latir su corazón. El sutil parpadeo de su pulso a lo
largo de su garganta atrajo mi atención una y otra vez.
La mayoría de las mujeres son delicadas y necesitan protección. Pero sólo en el sentido
físico. Emocionalmente, son más inteligentes, más en sintonía con los sentimientos que
tienden a dominar sus vidas.
Los mismos que he destruido dentro de mí.
En concreto, las suaves y tiernas: adoración y compasión. Ya sea cuidar de otra
persona o incluso amar. Cualquiera que sea el nombre, conducen a la debilidad. Lo que
resulta en dolor y sufrimiento.
Y la llegada de emociones más oscuras.
Estos son los que me entrego, los que dictan mis acciones y alimentan mi ambición.
Frustración. Enojo. Asco. Incluso el deseo, si es mediante actos egoístas; la gratificación
de ello, tanto mental como físicamente.
Estas cosas las entiendo y las controlo, para que no se apoderen de mí, como intentan hacer en ocasiones.
N

o soy un hombre perfecto. Sólo mis intenciones lo son.


El pastor pide a todos que inclinen la cabeza en oración y lo hacen. Excepto yo. Y ella

Once You're Mine Donde viven las historias. Descúbrelo ahora