"84 años antes de la actualidad"
Su nariz acarició suavemente cada centímetro de aquél hermoso y perfecto rostro. Piel palida, mejillas teñidas en color carmesí, nariz pequeña y respingada, labios delgados pero muy deliciosos al momento de besarlos. Un cuerpo delgado que les mostraba la delicadeza pura, calidez indescriptible y un amor precioso que pudo disfrutar durante diez años a su lado.
Ella era la mujer de su vida, la mujer que él y sus hermanos habían buscando durante siglos. ¿Qué les depararía luego de que su reina probara de aquella rosa? Barou a esas alturas estaba más lleno de fé, que de miedo a la muerte.
Soltó un suave suspiro momentos después de sentir sus dulces y húmedos besos sobre sus labios, ellos se encontraban en la gran mesa de piedra que solían usar para la gran unión. María de Sajonia era la última mujer con quién deseaban compartir su amor, su lealtad... Su vida.
Sonrió con los ojos brillando en rojo escarlata pues era momento de comenzar. Sus hermanos observaban con detalle en silencio a unos pocos metros de él, todos tenían sangre corriendo por sus barbillas hasta lo largo de su cuello y también tenían su ropa cubierta de ésta.
Lo estaban esperando, estaban esperando a que su hermano mayor les diera la señal de poder acercarse.
—Nuestra, solamente nuestra para la eternidad...—jadeó relamiendose los labios antes de abrir la boca y mostrar los dientes. La tomó de la cintura y la alzó con facilidad mientras la mordía justo en el centro que unía su hombro y su cuello del brazo derecho. Los ojos de ella se abrieron lentamente y éste se separó segundos después alzando la mano, dándoles la señal a sus hermanos menores que era hora de probar a su chica.—
Los gritos llenos de dolor por parte de aquella mujer se escucharon en todo el castillo. Brazos, piernas, caderas, cintura, pechos. Dónde los hermanos desearan con locura poder dejar sus marcas. El pelinegro de cabellos largos no dejaba de absorber de aquella deliciosa sangre, podía sentirla, podía sentir cómo cambiaba su sabor a uno mucho más adictivo.
Tomó la rosa blanca que estaba a un costado suyo siendo extendida por una de sus asistentes. La observó un momento antes de arrancarle el tallo repleto de espinas y la alzó a la altura de su cabeza.
—Con ésta rosa estarás completa...—musitó triturando con su mano derecha de aquella rosa, los hermanos alzaron sus brillantes miradas mientras se saboreaban los labios, el mejor banquete en todos esos largos pero inquietantes cuatrocientos años— Eso es...—musitó al verla masticar con dificultad de aquella rosa triturada, sonrió con emoción pero rápidamente aquella sonrisa se borró de su rostro— N,No... ¡¡NOO!!
[La vió perder su brillo y su belleza de inmediato...]
La rosa la consumió a vejez llevándola a la muerte inmediata.
Él sintió la impotencia y sus hermanos en negación, le dieron la espalda pues después de tantos años sufriendo cada segundo de su vida, creyeron que sería la indicada... Ellos querían la mujer perfecta, la mujer que los haría romper su unión con el rey de las tinieblas pero su tiempo se agotaba y ya no sabían que más poder hacer.
—¿Y ahora qué sigue? —preguntó el hermano menor de todos, el ojiaqua se sintió devastado pues habían perdido a una mujer que los hizo sentir amor de verdad después de todos esos años siendo unos jodidos monstruos— ¿Seguir con la misma mierda? Llevamos diez años sin asesinar a una mujer, nuestro más grande amor... S,Se ha ido...
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SangrexBelleza(+20)
Vampiros-Deberán encontrar a la mujer perfecta, una mujer cuya belleza sea intacta al convertirse en una de ustedes -fué lo que explicó aquél ser oscuro y siniestro frente a ellos, los chicos ni siquiera sabían cómo funcionaba exactamente el convertir a un...