Capítulo 5.

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—¡Te lo suplico! ¡No me hagas más daño!

Su brillante mirada de depredador no dejaba de observar aquél rostro con lujo y detalle.

[Ese gesto de sufrimiento, de súplica y de dolor...]

Maldita mocosa pervertida y mentirosa... Él sabía que a ella le gustaba, podía sentirlo en el sabor de su sangre y eso lo ponía mucho más furioso.

—¡Aääh!

Verla gemir después de suplicarle que parara la hizo tomarla fuertemente del cuello mientras la embestía más duro. La chica había dejado de retorcerse, es más, sus gemidos habían cesado a causa de algo que fué muy obvio.

Rin no dejaba de moverse, sus músculos se habían tensado y sus sentidos sádicos lo habían llevado a encerrarse en el mundo del placer.

Su cabeza se había echado para atrás, su boca se había abierto y sin dejar de moverse de aquella forma tan desesperada... No lo hizo darse cuenta de lo que había hecho.

Rin se había corrido, sus gruñidos y jadeos se habían escuchado por toda aquella habitación y mientras se quedaba quieto por un momento, su mirada sólo se dedicó a buscar a aquella chica.

[Pero lamentablemente no se esperó a lo que vería justo frente a él.]

—N,No...

La imágen se tornó algo borrosa, pero pudo ver ese precioso rostro, pudo reconocer la cara de la mujer a quién había amado con locura y saber que sus propias manos la habían estrangulado... Lo hicieron sentirse el monstruo que alguna vez llegó a ser.

—¿Ma,María?

Su semblante pronto cambió a uno de lleno de sumo dolor, el pescuezo estaba desaliñado y sin querer había enterrado sus uñas hasta desgarrar parte de su piel.

Sólo lloró aferrándose a ella, lloró con las manos sucias de sangre y saber que ella ya no estaba lo hacía perderse en la oscuridad.

Pues en definitiva...

[María había sido la novia a quién más le dolió perder.]

Ella lo había sido todo, su hermosa novia le era la mejor compañía que pudo haber tenido durante tantos años sintiendose sólo, sintiéndose una bestia con sed de sangre.

Sus platicas largas, sus tan repentinos bailes que los hacía terminar en una guerra dónde el placer los encadenaba a ambos... Saciandose de su deliciosa sangre especial mientras la tenía solamente para él cada vez que él lo deseara.

Soltó un estresante suspiro mientras sacudía un poco la cabeza y cerraba los ojos.

Ese maldito recuerdo lo atormentaba de vez en cuando y darse cuenta que habían encontrado un "reemplazo" de su más grande amor. Lo estaba poniendo de muy mal humor.

—Son los pétalos que se desprendieron al toque de Malika —mencionó un Chigiri en una reluciente sonrisa de victoria mientras le señalaba aquellos pétalos dentro de un mostrador de vidrio totalmente especial. Éste contenedor se encargaba de mantener las rosas de forma cálida mientras no se marchitaran y la emoción del príncipe de la moda, fué darse cuenta que esos pétalos estarían ahí por muchísimos años mientras Malika no muriera en su unión,(obviamente).—

—Ellas están brillando...

Barou estaba totalmente hipnotizado observando de aquél mostrador. Sintió una felicidad bastante grande por dentro, al fin podría sentir ese cálido abrazo en dónde debería de ir su corazón y saber que Malika era posiblemente esa mujer que tanto habían buscado... Lo hacía sentirse muy emocionado.

SangrexBelleza(+20)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora