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Aurora
Avia llegado demasiado tarde a los aposentos de Balduino, que pensaba yo que también sería el mio pero cuando iba a acostarme a su lado hablo.
— Su habitación está al lado... - lo mire extrañada.
— No se supone que en el matrimonio se debe compartir la habitación?
— No, no me gusta que me vean mientras duermo o compartir mi espacio personal, le pido que porfavor se vaya.
Asenti y me disculpe, camine hacia mis aposentos, al menos tendré una cama gigante para mi sola. Fue lo primero que pensé cuando entré y me lanze a la cama con sueño.
☆☆☆
A la mañana siguiente me levante y me bañe por mi propia cuenta vistiéndome cómoda. Baje hasta el comedor donde me esperaba Balduino.
— Buenos días...
— Buenos días Aurora. - Hablo firme.
Me trajeron el desayuno y empeze a comer en silencio hasta que una mujer rubia se acercó a nosotros preguntándole a Balduino si necesitaba algo más.
— Ester, ahora sus servicios serán requeridos para atender a mi esposa. - mire a la mujer.
— Pero mi señor! Siempre lo he ayudado a usted - dijo con notable molestia.
— No es pregunta, es una orden Ester, espero le de el respeto que se merece su reina y este para ella en todo momento.
— No es necesario Baldwin, si a ella le molesta... - me interrumpio.
— Aurora ya dije que Ester trabajará para usted y no quiero escuchar ni una queja más. - se levantó firme y salió del comedor hacia su oficina.
— Disculpa Ester, no queria que te llevaras este mal momento... - dije apenada y sintiéndome mal por ella pero simplemente asintio y tomó el plato del rey para llevárselo.
Una vez finalice me levante y fui hasta el patio trasero del reino jugando con un caballo que estaba suelto.
— De quien es el caballo? - le pregunte a Ester con intriga.
— No lo sé mi señora.
El caballo era hermoso, un macho color café, muy amigable.
— Es mio mi señora, le gusto? - volte a ver y era Tiberias.
