nueve; inconvenientes.

266 56 5
                                    


be myself ― why don't we.

nunca he sentido orgullo por mí mismo

y estoy orgulloso de eso

porque sé que sólo soy alguien más.

así que ¿por qué lo intento?

intento encontrar mi aprobación en lo que todo el mundo dice.

necesito un poco de ayuda.



capítulo nueve | inconvenientes.

finales de marzo de 2023.

montecarlo, mónaco.

charles.


Ruedo los ojos ante la mirada acusatoria de Francis. Sus brazos cruzados y el ceño fruncido me dan a entender que nada bueno saldrá de esta conversación.

―Charles Leclerc... mi niño adorado, mi príncipe de Mónaco... ¿cuándo pensabas decirme que vas a tener un hijo?

La miro con confusión. ¿Cómo podría haberse enterado si sólo lo sabemos Bruna y yo?

Y Alex.

Bufo mientras me froto las sienes con frustración. No estaba en mis planes que la mujer encargada de mi imagen profesional se enterara, al menos no tan pronto. 

Me hubiese encantado ser yo quien diera la noticia con alegría. Que todos se acercaran a mi con felicidad, con sólo buenos augurios en sus palabras, con bonitos deseos para mí y para mi familia. Pero ni siquiera eso se me ha permitido.

Hasta ese pequeño rayito de felicidad me ha sido arrebatado.

―Sí sabes que esto será un gran problema ¿verdad? ―vuelve a hablar ante mi silencio.

Quiero decirle a los gritos que no es un problema. Que es lo más bonito que me ha pasado. Pero no lo haré, no quiero dar explicaciones de más, así que simplemente agacho la mirada y suspiro, como si fuera un niño que ha cometido una travesura.

―Disculpa... ¿cómo te has enterado?

Ella niega con la cabeza.

―No puedo decírtelo, me han pedido discre...

―Fue Alex ¿verdad? ―la interrumpo, apretando mi mano derecha en un puño, como si fuera posible descargar todo mi enojo en tan estúpido gesto. ―Tan sólo dímelo...

La expresión en su rostro confirma aquello que no quiere decirme en voz alta y una parte de mi corazón se rompe al notarlo. Pero mantengo la compostura, no es momento de derrumbarme otra vez.

―No te enojes, sólo estaba preocupada. ―bufo, como si alguien realmente se preocupara por mí. ―Tenemos que resolver esto y...

―¿Resolver? ―pregunto frunciendo el ceño. ―En primer lugar, no hables como si mi bebé fuera un problema porque no lo es. En segundo lugar, ¿por qué te empecinas tanto con meterte en mi vida privada? ―sonrío con sarcasmo. ―Ni tú ni nadie van a decirme qué es lo que tengo que hacer con mi vida ni mucho menos cómo debo vivirla. 

―Tienes razón... ―suspira, mientras rebusca algo entre sus carpetas. ―Pero sucede que has firmado un contrato. ―con su mano derecha levanta un pilón de hojas con mi firma al final. ―Y lastimosamente este contrato me da ciertas facultades para poder encargarme de asuntos que puedan perjudicarte a ti y al equipo, que es lo que más nos importa.

dos mentiras, una verdad ; charles leclerc.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora