Capítulo 5: El Peso de la Culpa

54 8 0
                                    

La noche se deslizó en un manto de oscuridad mientras Xóchitl Gálvez se quedaba sola en su departamento, con el eco de sus propios sollozos resonando en el silencio. Las lágrimas seguían fluyendo sin cesar, un torrente de dolor y desesperación que parecía no tener fin.

Mientras tanto, Claudia Sheinbaum se debatía en un torbellino de culpa y remordimiento. La imagen de Xóchitl destrozada por sus palabras llenaba su mente, y la sensación de haber herido a la persona que más amaba la atormentaba sin piedad.

Decidida a enmendar sus errores, Claudia intentó comunicarse con Xóchitl varias veces, pero sus llamadas fueron ignoradas una y otra vez. La angustia y la impotencia la consumían, pero sabía que debía enfrentar las consecuencias de sus acciones.

Finalmente, al amanecer, Claudia tomó una decisión. Se alistó con determinación y se dirigió al departamento de Xóchitl, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho. Al llegar, encontró la puerta entreabierta y el sonido de sollozos provenientes del interior.

Claudia entró con cautela, encontrando a Xóchitl sentada en el sofá, envuelta en una atmósfera de desolación. Sus ojos estaban hinchados y enrojecidos por el llanto, y su semblante reflejaba el dolor que la consumía.

Claudia: "Xóchitl, cariño, lo siento tanto. No debería haber sido tan cruel contigo. No puedo soportar verte así."

Xóchitl levantó la mirada, sus ojos brillaban con una mezcla de dolor y resentimiento.

Xóchitl: "¿Ahora te das cuenta de lo que has hecho? ¿De cómo me has lastimado, Claudia? ¿De cómo has priorizado tu carrera sobre nuestro amor una vez más?"

Claudia se acercó a Xóchitl, arrepentida y decidida a hacer las paces.

Claudia: "Lo siento, Xóchitl. No puedo imaginar mi vida sin ti. Pero no estoy preparada para hacer nuestra relación pública. La presidencia es mi sueño más grande, y no puedo arriesgarlo todo por un amor que la sociedad podría rechazar."

Xóchitl dejó escapar un sollozo de frustración, sintiendo el peso de las palabras de Claudia aplastándola.

Xóchitl: "¿Así que eso es todo? ¿Nuestra relación siempre será un secreto para ti? ¿Nunca podré ser parte de tu vida pública, de tus sueños?"

La tensión en la habitación era palpable, con las emociones desbordándose y las palabras cortantes llenando el aire. Claudia se encontraba sin palabras ante el torrente de dolor y enojo que emanaba de Xóchitl. Solo pudo balbucear un débil pedido de perdón, consciente del daño que había causado.

Claudia: "Perdóname, Xóchitl. No quería lastimarte. Mi corazón se parte al verte así."

Xóchitl, incapaz de contener su angustia, estalló en sollozos desgarradores. Claudia se acercó lentamente, extendiendo una mano con la esperanza de consolar a su amada.

Claudia: "Por favor, mi amor, perdóname de verdad. No quiero que te sientas así por mi culpa. Pero debes entender que mi sueño de la presidencia es mi prioridad en este momento."

Las palabras de Claudia solo sirvieron para aumentar la furia de Xóchitl. Con una mirada llena de desprecio, le soltó una bofetada y la empujó hacia la puerta.

Xóchitl: "¡No quiero volver a verte! Eres una mujer fría y sin corazón. ¡Vete de mi vida!"

Claudia salió del departamento de Xóchitl con el corazón destrozado, sintiendo el peso abrumador de su culpa. Mientras tanto, Xóchitl se hundió en una profunda depresión, incapaz de comprender cómo su amada pudo herirla de esa manera.

El tiempo pasó, y un mes después del doloroso encuentro, Claudia no podía sacar de su mente a Xóchitl. Sabía que tenía que hacer algo para reparar el daño que había causado. Con un nudo en la garganta, decidió llamarla.

Claudia: "Xóchitl, ¿puedo hablar contigo?"

Xóchitl, sorprendida por la llamada, respondió con voz temblorosa.

Xóchitl: "¿Qué quieres, Claudia?"

Claudia: "Solo quiero solucionar todo esto, te extraño, Xóchitl. No puedo vivir sin ti. ¿Podemos vernos, por favor?"

Xóchitl, con la voz cargada de dolor y resentimiento, respondió con amargura.

Xóchitl: "Después de cómo me destrozaste con tu maldito orgullo y tu sueño de la presidencia, ¿ahora vienes a volver a suplicar que regrese contigo? Mi vida está más estable ahora, Claudia. ¿Por qué haces esto? ¿Quieres verme sufrir?"

Las palabras de Xóchitl resonaron en el aire, y Claudia se quedó sin aliento, sintiendo el peso abrumador de su culpa.

Claudia: "Lo siento, Xóchitl. No sabía Qué podía lastimarte tanto. Pero te amo, y haré lo que sea necesario para arreglar las cosas entre nosotras."

Xóchitl, incapaz de contener su dolor, comenzó a sollozar de frustración y tristeza. Claudia, sin saber cómo reaccionar ante la angustia de su amada, simplemente colgó la llamada, dejando a Xóchitl sumida en un mar de emociones indescifrables.

¿Es un secreto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora