La pasión se intensificó, y el mundo exterior desapareció. Claudia se movía con firmeza y ternura, guiada por los gemidos de Xóchitl, disfrutando de cada momento de intimidad compartida.
Xóchitl: "Eres todo para mí, Claudia. No quiero perderte nunca."
Claudia: "Y nunca lo harás, amor. Siempre."
Con movimientos sincronizados, se llevaron al borde del éxtasis, sus cuerpos y almas entrelazadas en una unión perfecta. La pasión y el amor culminaron en un clímax que las dejó sin aliento, aferradas la una a la otra mientras recuperaban el aliento.
Después, se acurrucaron juntas bajo las sábanas, sus cuerpos aún temblando por la intensidad de su amor. Claudia acarició suavemente el cabello de Xóchitl, besando su frente.
Claudia: "Prométeme que siempre lucharemos por esto, por nosotras."
Xóchitl: "Lo prometo, Claudia. Siempre. Porque lo que tenemos es único y vale cada lucha."
Esa noche, mientras dormían abrazadas, supieron que, sin importar los desafíos que enfrentaran, su amor era lo suficientemente fuerte para superarlos todos. El futuro seguía siendo incierto, pero estaban dispuestas a enfrentarlo juntas, como siempre lo habían hecho.
La mañana siguiente, Claudia y Xóchitl despertaron enredadas en las sábanas, con el sol de la mañana iluminando suavemente el cuarto. Sus cuerpos aún se sentían entrelazados, pero ahora había una paz serena, una promesa de un nuevo comienzo.
Claudia: "Buenos días, hermosa."
Xóchitl sonrió, acariciando la mejilla de Claudia. "Buenos días. ¿Sabes? Despertar contigo es lo mejor de mis días."
Claudia: "Y de los míos. Anoche fue increíble, Xóchitl. No quiero que esto termine nunca."
Con Claudia como presidenta de México, la vida de ambas cambió drásticamente. Cada día estaba lleno de responsabilidades y decisiones cruciales, y aunque sus momentos juntas eran escasos, aprovechaban cada segundo con intensidad.
Un mes después de la victoria electoral, la realidad del poder comenzaba a hacer mella en su relación. Claudia estaba constantemente en reuniones, conferencias y viajes oficiales, mientras que Xóchitl se encontraba cada vez más sola, luchando por encontrar su lugar en este nuevo mundo.
Una tarde, después de un largo día de trabajo, Claudia llegó al apartamento donde se encontraba Xóchitl.
Claudia: "Lo siento, llego tarde otra vez. Ha sido un día interminable."
Xóchitl: "No es solo hoy, Claudia. Son todos los días. Apenas tenemos tiempo para nosotras."
Claudia: "Lo sé, Xóchitl. Pero esto es temporal. Las cosas se calmarán."
Xóchitl suspiró, sintiéndose frustrada. "¿Y cuándo será eso? Siento que me estoy desvaneciendo en tu vida."
Claudia: "Eso nunca pasará. Eres lo más importante para mí. Solo necesito tiempo para estabilizar las cosas."
Xóchitl: "Tiempo... siempre es tiempo. ¿Y qué pasa con nosotras mientras tanto?"
Claudia se acercó, tomando las manos de Xóchitl. "Te amo, Xóchitl. Estoy haciendo esto por nosotras, para que podamos tener un futuro juntas sin miedos ni secretos."
Xóchitl: "No estoy segura de cuánto más puedo aguantar, Claudia. No quiero ser una sombra en tu vida."
La tensión entre ellas creció, pero Claudia intentó calmarla con un beso. La pasión entre ellas era palpable, pero también lo era la incertidumbre y el dolor. A pesar de sus mejores esfuerzos, la presión del poder y la política seguía separándolas.
Días después, Claudia tenía un importante viaje oficial a Europa. La despedida en el aeropuerto fue tensa, con Xóchitl intentando mantener una sonrisa mientras despedía a Claudia.
Claudia: "Prometo llamarte todas las noches. Esto no cambiará nada entre nosotras."
Xóchitl: "Eso espero, Claudia. Porque no quiero perderte."
Durante el viaje, las llamadas y mensajes de Claudia se volvieron menos frecuentes. Las noches solitarias comenzaron a pesarle a Xóchitl, quien se encontraba cada vez más ansiosa y deprimida.
Una noche, mientras miraba una foto de ellas juntas, decidió que necesitaba tomar una decisión. No podía seguir viviendo así, a la sombra del poder y la política.
Al regreso de Claudia, se encontraron en el apartamento. Xóchitl tenía los ojos llenos de lágrimas, sabiendo lo que tenía que decir.
Xóchitl: "Claudia, tenemos que hablar."
Claudia: "¿Qué pasa, amor? Pareces preocupada.