Capítulo 4

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                   Día de adopción

                    
                        Christian
                        

Bueno, corono que los miércoles son el peor día de la semana. Y no por la materia de Historia, sino por la vieja trola que nos tocó como profesora. La señora Susan, aparte de tener ese nombre de mierda, era una vieja puta conmigo. Cómo soy el nuevo del curso, y como no soy de Los Ángeles, esa tarada se agarra conmigo como si fuera un bicho raro.

El primer día ella simplemente no vino por no se que y tuvimos una suplente que no duro nada. Pero ahora que era la primera clase con ella ya se puso raro cuando me vio apenas entró al curso, saludo a todos los que estaban. Y lo más raro es que saludo alegremente a Mate y se quedaron hablando como si nada, supongo que había una favorita de la profesora.

Pero apenas se alejo de ella avanzo dos pasos para verme detenidamente y sin decir nada más se alejo de mí, supongo que la otra le dijo algo o simplemente ya me odiaba desde que me vio la tarada de Susan. Después solo comenzó la clase como si nada, pero después de un par de preguntas para empezar esa señora me trataba de boludo, como haciendo las preguntas más obvias del ser humano.

¿Sabes quien fue Cristóbal Colón?

¿Quien era Jesús y que hizo?

Vieja chota.

Me tenía harto esa señora, y si que agradecí que el día terminará y nos fuéramos a casa. Cómo hubiera estado unos minutos más juro que le tiraba la mochila en el medio de la cabeza para ver si se caía a la mierda.

Pero bueno, ya teniendo la hora de salir tenía que esperar a que todos los del salón salgan para no tener que ser golpeado por tanta gente que pasaba. Me quedé sentado con mis cosas a mano para salir tranquilamente. Incluso me puse a mirar mí celular ignorando a todos los que se pasaban por enfrente mío, ya que justo me voy a escoger el asiento junto a la puerta de salida del salón.

Solo quedaban tres personas en el salón y esperaba que se fueran para ya irme. Y quienes tenían que ser, Mate y sus dos amigos charlaban en el fondo no se porque. No podía escuchar lo que decían pero igual era medio complicado ignorar su presencia.

Ya mí poca paciencia se me estaba agotando, ninguno de los tres dejaba de hablar y yo me quería ir a mí casa. Bueno ya que, me chupo un huevo lo que dije de esperar a que todos se fueran y me levanté de mí asiento para ya irme. Tome mis cosas y me fui caminando hasta la salida del curso. Después de eso simplemente camine tranquilamente hasta la salida para después dejar mí skate en el piso y comenzar a andar lejos del colegio.

El recorrido del colegio hasta mí casa no era tanto, mayormente tardaba unos diez minutos en llegar sin problemas. Y como iba en skate era más cómodo para mí, sino mi mamá tenía que venir a buscarme en el auto, y la verdad no tenía tiempo para eso. Trabaja como enfermera y sus tiempos no se acoplan a los míos, muy pocas veces ella estaba en casa.

Y menos mal que ella ahora lo estaba. Porque hoy era el día, todavía recordaba todo el interrogatorio que me hizo pasar cuando le pregunté lo de adoptar un perro.

—En casa nunca tuvimos un perro, no entiendo el interés repentino—dijo algo confundida mientras el olor a masa se colaba por toda la cocina.

—Simplemente como tenemos un nuevo comienzo en Los Ángeles se me ocurrió tener un amigo en casa que nos haga felices a los dos.

—Pero nunca quisiste un perro, eras más de gatos cuando vivíamos en casa¿Y ese cambio de mascotas?

Mierda ma, deja de preguntar.

Un graffiti distintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora