1 - De la Tormenta

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La autopista estaba milagrosamente libre de tráfico, algo poco frecuente en Los Ángeles. Era como si alguien hubiera sacado a todos los demás vehículos de la carretera. Sin embargo, Chloe Decker no se percató de este pequeño milagro. Su atención se centraba en el hombre sentado a su lado en el coche. El hombre al que había disparado hacía menos de una hora.

No es que lo supiera con sólo mirarlo. Lucifer Morningstar estaba impresionantemente recostado en el asiento del copiloto, aunque el espacio reducido hacía que su pose fuera un poco decepcionante. Estaba recostado contra el reposacabezas, con los ojos entreabiertos, aunque Cloe sabía que estaba alerta. Su pie izquierdo repiqueteaba al ritmo de la canción que sonaba suavemente en la radio, y su cuerpo era incapaz de permanecer completamente quieto durante mucho tiempo.

Su mirada se deslizó hacia el muslo derecho. Tenía la mano apoyada de forma protectora sobre la herida de bala, con el pulgar recorriendo ligeramente la zona. Aunque ella sabía que debía de dolerle, él no había dejado de tocarse la herida desde que se la habían vendado. Debía de ser el shock o algo así, ¿por qué si no estaría tan obsesionado? Por otra parte, había reaccionado de forma similar en cuanto se había dado cuenta de que sangraba. La mirada que había puesto sólo podía describirse como de asombro, como si sangrar fuera una agradable sorpresa.

"Detective, lejos de mi intención decirte cómo conducir, pero si sigues apartando la vista de la carretera, me temo que chocaremos". dijo Lucifer con suavidad, y sus ojos brillantes parpadearon para encontrarse con los de ella.

Cloe sintió que se le calentaban las mejillas al ser sorprendida mirando fijamente. Al volver a centrarse en la carretera, notó la sonrisa de Lucifer en su periferia.

"No vamos a chocar", dijo para aliviar su propia vergüenza. "Dame algo de crédito".

Una de las cejas de Lucifer se alzó en un elegante arco. "Te lo dice la mujer que acaba de dispararme".

Ella fue capaz de contener un respingo. Aquel momento en el almacén seguía pareciéndole tan surrealista. Aún podía sentir el peso del arma en la mano, sentir el retroceso.

"Lucifer, siento muchísimo haberte disparado. No sé qué me ha pasado -dijo, frunciendo el ceño mientras lo miraba de nuevo.

"No es culpa tuya, detective. Al fin y al cabo, yo me lo busqué", se rió entre dientes. "Aunque debo decir que me sorprende que te costara tan poco convencerme".

"No importa si lo pediste o no", argumentó ella.

Lucifer se limitó a encogerse de hombros, claramente en desacuerdo con ella. Su actitud ante el incidente era preocupantemente despreocupada, como si fuera indiferente. Ni siquiera estaba segura de lo que eso significaba, pero desde luego la asustaba. ¿Qué demonios le había hecho ser tan indiferente respecto a su propia vida? ¿No sabía que podría haber muerto? Podría haberle disparado en el pecho. O uno de los hermanos que habían escenificado el secuestro podría haberle atacado por la espalda.

"¿Crees que dejará cicatriz?", preguntó de repente, pinchándose con curiosidad el pequeño agujero redondo de los pantalones.

Chloe no contestó de inmediato, más preocupada por cambiar de carril, ya que su salida estaba próxima.

"¿Qué has dicho?", preguntó.

"¿Las heridas de bala dejan cicatriz?", repitió él. "Las tuyas sí, si no me equivoco. Pero no soy humano, así que quizá no. Aunque se suponía que yo tampoco sangraba...".

Chloe empezó a sentir dolor de cabeza. Una presión amenazadora se formaba justo detrás de su ojo, como solía ocurrir cuando Lucifer se salía por una de sus delirantes tangentes. Sin embargo, el hecho de que hablara de cicatrices también le recordó la escena que había presenciado al principio de la noche.

Lucifer - Cristales ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora