10 - Pintar

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Todo dolía.

En los últimos cinco años, Lucifer se había despertado en infinidad de situaciones. La mayoría habían sido bastante agradables, mañanas perezosas pasadas en camas ajenas con hombres y mujeres diferentes, en las que lo único desagradable era descubrir que uno de sus compañeros de cama roncaba. Maze era lo bastante fuerte como para dejarle dolorido tras una noche de diversión, pero por lo demás era inmune al dolor general que perseguía a la mayoría de los humanos a la mañana siguiente.

Esta mañana estaba siendo una terrible excepción.

No parecía haber principio ni fin para el dolor, que sólo variaba en intensidad. El torso era el peor, con punzadas agudas que le dificultaban incluso respirar superficialmente. A partir de ahí, una terrible rigidez en las caderas y la espalda le instaba a cambiar de postura, eclipsando el dolor que le abarcaba todo el lado izquierdo de la cara. Sin embargo, la sola idea de moverse era suficiente para que se le revolviera el estómago de malestar.

Al forzar los ojos para abrirlos, se alarmó cuando sólo uno siguió la orden. Sentía el otro párpado pesado, la piel fruncida y acalorada. Se había dado muchos golpes en la cara a lo largo de su vida, pero nunca una herida había sido tan grande como para que se le hinchara el ojo por completo.

El día anterior tardó en llegar, su mente recorría recuerdos a medio formar. Recordaba haber estado en la comisaría con Chloe y entonces... entonces Maze llamó. A partir de ese momento, le resultó mucho más difícil recordar. No recordaba dónde había conocido a Amenadiel, pero el olor del océano llenaba sus fosas nasales. ¿El muelle?

Entonces había llamado a su hermano y se habían peleado. Pensó que había tirado a Amenadiel del muelle, al menos parecía algo que él haría. Luego había vuelto con Lux y... y...

Gimió, frotándose con fuerza el ojo bueno.

Lo único que recordaba eran manos, manos suaves. Alguien le había limpiado y metido en la cama. Debía de ser Maze, nadie más lo habría hecho. A veces daba por sentado lo cerca que estaba de él. Toda la noche pasada, toda la sangre derramada, había sido por ella, una venganza que él sabía que ella no habría podido llevar a cabo.

Era enfermizamente temprano, el cielo fuera de sus cortinas apenas empezaba a cambiar de color con la llegada del amanecer. Lucifer dudaba que pudiera volver a dormir. Todo le dolía y palpitaba implacablemente al compás de los latidos de su corazón. Levantarse iba a ser doloroso, pero dudaba de que hubiera algo que pudiera hacer que fuera indoloro, al menos durante los próximos días. Además, tardaría mucho más en prepararse para ir a trabajar. Aún no se había echado un vistazo, pero si su cara estaba la mitad de mal de lo que parecía, nada menos que un milagro ocultaría sus heridas a Cloe. Con suerte, estaría demasiado ocupada con su caso como para preocuparse por él. No estaba seguro de poder soportar sus miradas lastimeras. Ésas eran para las víctimas, no para el Diablo.

Levantarse resultó ser una lección de aeróbic. Su cuerpo estaba demasiado maltrecho para responder como lo haría normalmente y acabó medio rodando, medio cayendo al suelo. Estaba felicitándose por su ingenio cuando su rodilla decidió dar a conocer sus propios dolores y se desplomó bajo él. Se salvó por poco agarrándose a la mesilla de noche, jadeó e ignoró el sudor frío que ya se acumulaba en su frente por el esfuerzo.

Al mirar hacia abajo, se sorprendió al ver las vendas blancas que le envolvían el estómago. Resaltaban entre las magulladuras; no era de extrañar que apenas pudiera respirar. El trabajo manual era muy superior a todo lo que había visto de Maze, pero tal vez ella había estado estudiando.

Descubrió que estar de pie no era tan terrible siempre que tuviera un mueble en el que apoyarse. Cloe se daría cuenta si se pasaba el día colgado de estanterías y escritorios, pero no podía evitarlo. Por primera vez en su vida, esperó que hubiera papeleo. Si se limitaban a su escritorio todo el día, podría permanecer sentado y nadie se daría cuenta de su estado.

Lucifer - Cristales ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora