20 - ¿Por qué no?

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Abriendo de golpe la puerta del cuarto de baño, Lucifer salió haciendo cabriolas con todo su estilo casi olvidado. ¿Su ropa? Inmaculada. ¿Su pelo? Aceptable. La sonrisa de su rostro, esa mezcla característica de sugerencia y excitación que había perfeccionado hacía años, sólo era ligeramente fingida. Lo había apartado todo -Maze, el confuso comportamiento de Chloe- lo más posible de sí mismo, concentrándose únicamente en lo que iba a ocurrir durante el resto de la velada. Iba a conocer a la encantadora Penélope Decker y a disfrutar de la cena. Con un poco de suerte, su contagioso encanto atraería también a Chloe y entonces todo volvería a la normalidad.

Era una pena que no tuviera piano. Le picaban los dedos por tocar.

"¡Detective!", dijo alegremente, saltando hacia donde ella estaba poniendo la mesa para la cena. "¿Cuándo podemos esperar a tu madre?

Chloe se quedó paralizada, con los cubiertos en la mano, mientras lo miraba fijamente. "Um... pronto. Dijo que llegaría antes de que comiéramos".

Dio una palmada. "¡Espléndido! ¿Qué estás preparando? Podría comprar algo para acompañar la cena". Levantó una mano para detener su protesta. "¡Sé que no te gusta que haya alcohol con el niño, pero ésta es una ocasión especial! Si te parece bien, me comprometo personalmente a asegurarme de que el erizo no huela nada que contenga alcohol. Y, por supuesto, tampoco beberé ni una gota. Después de todo, te di mi palabra".

"No hace falta que hagas eso -tartamudeó ella.

Lucifer sonrió. Su plan estaba funcionando, ¡ella volvía a interactuar! Sinceramente, esto era lo que debería haber hecho desde el principio: ignorar sus problemas hasta que desaparecieran. La estrategia aún no le había fallado. Ahora sólo le quedaba ser el brillante de siempre y todo estaría perdonado.

"¡Insisto! Conocer a los padres es un gran paso en cualquier relación".

Chloe se atragantó, tosiendo sobre el codo. "¿Qué acabas de decir?", resolló.

Lucifer frunció el ceño, pero su sonrisa no tardó en volver a su sitio. "Nuestra relación", repitió. "Somos amigos, ¿verdad?

Ella siguió tosiendo, con los ojos llorosos. "S-sí. Amigos. Eso es lo que somos... todo lo que somos".

Su alegría se apagó, vacilante como una bombilla moribunda. Parecía que intentaba convencerse a sí misma, pero ¿por qué? ¿Y qué significaba ese énfasis en "todo"?

Temblando, volvió a sonreír con decisión. No permitiría que nada arruinara la velada, ni un pensamiento caprichoso, ni siquiera un indicio de desagrado.

"Entonces", dijo. "¿Qué tenías pensado para cenar?

Chloe se encogió de hombros, dejó el resto de los cubiertos y volvió a la cocina. Lucifer caminó tras ella, pudiendo mirar por encima de su cabeza mientras abría armarios y comprobaba lo que tenía disponible.

"No sé. ¿Se te ha ocurrido algo? Ahora conoces perfectamente el contenido de mi cocina". Su tono era de desaprobación, pero él estaba acostumbrado a sus pequeñas reprimendas.

"Pues tienes una falta repugnante de aperitivos. Antes no encontraba ni una patata frita".

"Eso es porque no las compro". Sacó una lata de pasta de tomate y la estudió con ojo crítico antes de dejarla sobre la encimera. "Y no puedes cenar patatas fritas".

"¿Por qué no? Lo hago siempre. Y donuts. Y galletas. Lo que quiera, de verdad".

Chloe detuvo su búsqueda, echándole un vistazo. "¿Comes toda esa basura con regularidad?".

"Sí. A no ser que quiera pedir a domicilio, claro".

"¿Y tu médico no te ha expresado ningún problema de salud por tu dieta?".

Lucifer - Cristales ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora