CAPITULO 20

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Júpiter

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Hoy en Dublín hace un frio del demonio.

Y aun así me coloco mi vestido rojo, de un solo tirante ancho, es corto pero no tengo mucha variedad y tengo que ir linda a tocar el piano, me pongo mis zapatillas de tacón de 9cm, me arreglo un poco y salgo poniéndome el abrigo color crema encima, para cubrirme un poco as aunque sea.

Salgo de la casa y tomo calle abajo pasando por todas las lindas casitas coloridas. Todas unidas y con una pequeña escalera en la entrada.

Todas son de dos pisos y el techo termina en pico. Es muy lindo mi vecindario, aquí todos nos conocemos y todos conversamos cunado nos topamos en la tienda, o cuando salimos a barrer las hojas de los árboles de las banquetas.

Camino hasta el edificio y no puedo evitar pensar en lo que hice en el último piso.

Fue increíble, un poco doloroso pero soportable, definitivamente volvería a sentir ese dolor una vez más, ¡No!, Júpiter que te pasa, claro que no. Aunque bueno, sus besos salvajes y dulces a la vez. ¡Por Dios! Contrólate.

Él fue muy claro contigo, no la va a dejar para estar contigo, no seas tonta, lo mejor es sufrir en silencio mis dos rupturas, después de llegar a casa y darme un baño esa noche, me marco Oscar y volví a hablar con él, se molestó mucho, pero le deje en claro que lo nuestro había terminado definitivamente, yo no soy como Lucián, yo no puedo entregarme a él y seguir viendo a Oscar, eso no va conmigo.

Llore, claro que llore, fueron 8 meses de noviazgo, él fue mi primera vez en muchas cosas y separarme de él claro que fue un cambio para los dos, pero estoy segura que es lo mejor, no puedo seguir con el sabiendo que mi corazón quiere a alguien más.

Que dicho sea de paso, no siente lo mismo por mí, su novia lo debe de amar mucho como para permitir que vea a alguien más sin que la deje a ella, pero Lucián no estoy muy segura que sepa querer.

En muy pocas ocasiones me ha mostrado su lado humano, es un chico grosero, altanero, egoísta, pero que bien me siento en sus brazos, amo sus abrazos, es un hombre frio como un glacial, pero sus abrazos son tan cálidos, tan reconfortantes para mí, siento que podría vivir en un abrazo suyo toda la vida, y seria completamente feliz por eso.

Y sé que estoy loca y tal vez las personas que me quieren tengan razón al pedirme que me aleje de él. Pero es que ellos no saben y nunca lo entenderán cuanto adoro esa descarada personalidad de morder mis labios a mitad del beso.

Nadie podría entender lo que siento cuando estamos en el mismo espacio. Es raro pero a veces siento que vivo por y para él, que mi vida comenzó a tener sentido desde que lo vi por primera vez. Por eso la vida me tiene justo donde estoy.

Por mi bien lo mejor es dejar las cosas hasta aquí, si sigo con el voy a salir bien lastimada y no quiero sufrir así.

—¡Hey! —volteo a ver quién me grito y veo a un chico enorme bajarse de su camioneta y dirigirse hacia mí.

—¿Hola? —le digo y me sonríe al llegar a mí.

—Hola. ¿No me recuerdas? —me pregunta y yo levanto una ceja mientras lo miro detalladamente.

—¡Oh! si claro. ¿Tú eres el golpeador? —me mira como si me hubiera salido un cuerno.

—¿El golpeador? —sonrió con pena, no lo pensé, solo lo dije.

Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora