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La noche cayó demasiado rápido, pero para suerte de Lisa era viernes, por lo que Jennie se quedaría con ella todo el fin de semana en su casa. Lisa se sintió demasiado aliviada de tener compañía después de aquel incidente en la madrugada, porque sabía que si algo fuera de lugar pasaba no iba a estar sola.

Jennie se encuentra de pie frente a la puerta de la nueva vecina de su chica, era la tercera vez que llamaba a la puerta, pero nuevamente no recibió ninguna respuesta. Antes de rendirse y retirarse echa un último vistazo por la ventana que estaba a su derecha.

─No hay nadie, cariño. Esperemos que pronto vuelva a su casa. ─Lisa no muy contenta asiente tomándola de la mano para caminar juntas a su hogar.

─Solo espero que no me vea otra vez. ─Susurra entrando a su hogar.

─No lo hará, mi amor. Yo me encargaré de ello.

Jennie deja de lado ese tema para no atormentarla más y decide que es mejor distraerla con caricias y beso. Y es así, como las dos mujeres acaban en el sofá de color negro, Jennie sentada a horcajadas en las piernas de Lisa, sin intención de tener algo sexual, porque para ser honesta, Lalisa no tenía las fuerzas y el ánimo para hacerlo en ese preciso momento.

─Tu carita luce muy agotada, amor. Vamos a la habitación y duerme un poquito.

─¿Qué pasará con la vecina?

─Te levantaré en cuánto la vea llegar, ¿Sí?

Lisa no protesta y obedece rápidamente a su mujer. Ambas chicas suben a la habitación y se despojan de las prendas apretadas para ponerse algo mucho más cómodo y fresco. Jennie opta por utilizar únicamente un bóxer negro de Manoban y una de sus camisas para dormir, mientras que Lalisa escoge un short negro y un top deportivo.

Jennie se acomoda en medio de la cama y abre ligeramente las piernas dándole espacio suficiente para que Lisa se acueste cómodamente en medio de ellas y así poder seguir acariciando su cabello.

La posición es perfecta, las uñas de Jennie rascan suavemente el cuero cabelludo de su chica y en cuestión de minutos Lalisa cae en un sueño profundo. Ruby Jane sonríe como niña pequeña al ver las mejillas regordetas de Manoban y no duda en pinchar una con su dedo índice.

Decide no molestarla más y coge el celular de Lisa, lo desbloquea fácilmente y no duda en revisar cada aplicación que se encontraban descargadas en el celular.

Confía plenamente en Lisa, pero no confía en sus ex novias, porque sabía perfectamente que más de alguna loquita seguía muerta de amor por ella. Agradecía siempre a Dios que Lisa le diera su lugar como debía y agradecía también que cada vez que veía algo que no le agradaba Lisa terminaba encontrando una solución para el problema.

Sí, una mujer que realmente valía la pena.

Satisfecha de no encontrar algo fuera de lugar apagó el celular y lo volvió a dejar en el mismo lugar, retomando las caricias. El sueño rápidamente la invadió y junto a Lisa durmió plácidamente olvidándose por completo de la vecina.

neighborㅤ신♡ㅤjenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora