Capítulo 9

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Muchas preguntas, pocas respuestas.

Las palabras resonaron en su cabeza miles de veces, la voz cada vez se hizo más lejana hasta que logró procesarlo. Quedándose completamente estupefacta.

Aidan la observó sin mucho interés, trato de leer sus pensamientos, pero antes de sacarle algo; la humana lo interrumpió, su voz sonó en un hilo:

—¿Qué?

—Eso, serás mi esposa —repite con cierta irritación, empezaba creer que ella estaba sorda—. ¿Sabes lo que es cuando alguien contrae matrimonio con otra persona? Tal vez necesites que te lo explique a detalle.

Ella parpadeó algunas veces, aturdida. ¿Él en serio la creía retrasada...?

—¿Es una broma? —Ella estaba a nada de entrar en una crisis nerviosa, verlo tan tranquilo, le dio esperanzas de que todo sea un mal entendido.

—¿Me ves cara de alguien que bromea? —Él sonó tan frío que a la pobre humana le recorrió un escalofrío por la espina dorsal, él fingió no escuchar la forma en que se le aceleró el corazón.

—No, eso no puede ser, es impo...

—Sí, sí es posible, ¿quieres ver cómo yo lo hago posible? —Dio algunos pasos a su alrededor, sereno, como acechando a una presa hasta que paro detrás de ella.

—Pero me detestas. —Pareció solo buscar alguna excusa para no creer lo que él decía, se dio vuelta, sintiendo el corazón desbocado por el miedo que se transformaba en nervios-. Así que es eso, solo un chiste.

—No tienes tanta suerte —se inclinó suavemente hasta acercarse a su oído, pero no lo suficiente para tocarla. ____ pudo sentir la presencia a sus espaldas y cómo se le erizaba la piel con el roce de su aliento—. Aunque entiendo que la primera etapa sea la negación, creo que deberías asumi...

Él mismo corto sus palabras cuando ella se volteó con brusquedad, tenía ambos ojos celúreos abiertos de par en par, espantada. Su primer instinto fue estar a la defensiva.

—¡Mientes! No estarías con una humana.

—No sabes nada de mí o de lo que soy capaz.

—¡¿Y de qué eres capaz, eh?! Olvídalo, me iré, huire lejos —declaró alejándose, empezando a dar vueltas en círculos por la habitación, histérica—. Sí, eso haré, no esperaré a que me salven, no puedo permitir estó... —decidió entre murmuros.

—Por horror, eres una dramática —el azabache giro los ojos, estaba reacio a intentar consolarla—, es ridículo, todo lo que dices lo es.

—¡¿Ridículo?! Ya vas a ver como me voy. -Dejó su andar por un momento, solo para mirarlo, la desesperación comenzaba a convertirse en enojo—. Y ni tú, ni nadie podrá impedirlo.

—Hazlo entonces —se encogió de hombros, despreocupado. Ignorando el jadeo de indignación de la castaña—. Me divertire encontrandote de todos modos.

—No, no me encontraras. No hay forma de que...

—Puedo oler tu sangre a kilómetros —le informó como si fuera algo obvio, manteniéndose tranquilo, con esa postura recta pero relajada.

—Toda la sangre huele igual —discutió molesta, el corazón le latía con fuerza, le jodia mucho que él estuviera tan tranquilo—, así que reitero, no hay forma de que...

—La tuya huele ligeramente más dulce, no tan agria como las otras.

Se quedó ahí parada solo mirándolo, incrédula, molesta y con ganas de llorar de rabia por no saber con qué otra cosa seguir discutiendo.

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⏰ Última actualización: May 23 ⏰

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