Capítulo 7

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Tocaba dar la plática que había evitado durante tanto tiempo. Avión-juju rezo a algún dios que lo ayudara con el valor suficiente para aclarar la situación.

Se incorporó un poco para tomar el rostro del mayor entre sus manos.

-¿Me desea, Dawang?- le preguntó aguantándose la vergüenza lo mejor posible.

-Sí.

-Se que no me hará daño- afirmó acariciándole las mejillas, si bien los demonios eran algo extremos al momento de tener sexo, Mobei-jun no solo le había enseñado un autocontrol casi excelente, sino que también un cariño casi excesivo como para llegar al punto de ofrecerse para no lastimarlo- quiero darte el mismo placer que tú me das a mí. Debí haber hablando antes contigo al respecto. No... no es mi primera vez abajo- confesó abochornado- pero como es tu primera vez... puedes estar arriba. Este sirviente, lo irá guiando.

Temía que esa nueva información alejara el deseo del otro. Su piel fría se tornó un poco más helada, no de ese helado pesado que manifestaba cuando estaba molesto, sino del frío que rayaba con lo ardiente.

-¿Estás seguro?

-Te deseo, Dawang- afirmó dándole un rápido beso en los labios.

Eso fue suficiente para que el mayor lo tomara con más fuerza por la cintura y le devolviera el beso. Fue un tonto por desaprovechar aquella oportunidad, pero tampoco deseaba forzarlo a nada. Sabía que entre los demonios la relación entre dos hombros aunque no era por completo un tabú, lo que sí era justamente la cuestión de quién iba arriba y quién abajo. Mobei-jun había tirado por la borda aquel esquema de jerarquías y le había propuesto, incluso a su pesar, romper con ese estigma. Eso era más de lo que podía pedir de un hombre perfecto.

Por su parte, ninguna parte de su identidad se veía destruida por ir abajo, incluso podía que con el tiempo ambos pudiera experimentar ambas posiciones.

Sus pensamientos se detuvieron cuando sintió sus manos otra vez en sus muslos. Su cerebro se desconectó. Y volvió a morderle los labios, con más fuerza y más demanda. A su vez que se abría paso entre las capas de su túnica. Se deleitó al tocar su torso tonificado. Ese hombre iba a volverlo loco, un simple tanto fue suficiente para que quisiera quedarse ahí por siempre. Y para mayor satisfacción suya sintió como venía entre sus labios cuando pasó su mano por su pecho. Ya había descuento que era una zona sensible. En realidad aún seguían en su piel unas marcas violáceas. Logró quitarle la túnica descubriendo sus brazos musculosos que lo apretaban contra el colchón de la cama y su cuerpo. Aquello era un delirio.

Poco después el mayor se separó de sus labios para hundirse en su cuello y desabrochar a su vez su túnica, que en ese momento ya sobraba. Su espalda se arqueó cuando siguió sus labios fríos sobre su pecho y abdomen. Gimió alto, tan alto que él mismo se asustó. Si así estaba sin siquiera llegar a la parte más intensa no quería imaginarse lo que iba hacerlo sentir.

Se detuvo en el dobladillo de su pantalón y lo agradeció porque dio un brinco cuando sus labios rozaron su pelvis. Sus ojos fríos y azules inquirieron como debían continuar. Temblando un poco recuperó la voz.

-Tengo lubricante debajo de la cama, esperé- aquel no era el nombre que le daban en aquel mundo, pero su cerebro estaba tan confundido que no podía diferenciar entre los términos de uno u otro. Al alcanzarlo vio la mirada un tanto inquisidora, curiosa y molesta del demonio. Se rió incómodo- ya sabe, Dawang, las noches son muy largas aquí y... y he estado mucho tiempo aguardándolo.

No sabía que era peor, admitir que en algún punto de su vida pasada había tenido relaciones con alguien más o que durante meses estuvo usando ese aceite especial en fantasías eróticas.

I met my love in the last life Donde viven las historias. Descúbrelo ahora