5.

5 2 0
                                    

      En algún momento de aquella interminable noche, Ashlyn se puso en pie y palpó las paredes de la celda. Le dolía el tobillo a cada paso que daba. Era el recordatorio de todas las horas que había pasado subiendo las montañas cubiertas de nieve del exterior del castillo, y de la esperanza que había perdido con seis movimientos de una espada.
Su búsqueda de escapatoria fue infructuosa. No había ventanas ni ningún túnel por el que lanzarse, como si fuera Alicia en el País de las Maravillas. En algún momento había perdido el teléfono móvil, aunque no pensaba que tuviera cobertura en el calabozo de un castillo.

  A medida que pasaba el tiempo, la oscuridad se cerró más y más a su alrededor. Sólo quería regresar a casa, pensó mientras volvía a acurrucarse en el suelo. Quería olvidar aquella experiencia. Podía vivir con las voces a partir de aquel momento, viviría con ellas. Intentar silenciarlas le había costado muy caro. Quizá, su trabajo. Su amistad con Mclntosh. Seguramente, una parte de su cordura. Nunca volvería a ser la misma. La cara sin vida de Chanyeol la obsesionaría durante el resto de su vida. Oh, Dios. Se le derramaron las lágrimas por las mejillas.

   «Por favor, dejad que me vaya», balbuceó una voz.

   «Por favor. Lo juro, nunca volveré».

    «Yo tampoco», pensó ella.

   —¿Has estado aquí toda la noche, mujer?

    Pasó un momento hasta que Ashlyn consiguió orientarse. Aquella voz..., juraría que provenía del presente, no del pasado. Aquel sonido áspero y retumbante resonaba en sus oídos.

   —Contéstame, Ashlyn.

Pasó otro momento antes de que se diera cuenta de que era la voz que tenía grabada en la mente, aunque sólo la hubiera oído unas cuantas veces. Luchó por ver algo en la oscuridad... Pero no encontró nada.

  —Ashlyn, contéstame.

  —¿Chanyeol? —preguntó ella. No. No podía ser. Tenía que ser un truco.

   —Responde a la pregunta.

   De repente, se abrió la puerta, y la luz iluminó la celda. Ashlyn parpadeó contra los puntos anaranjados que le nublaban la vista. Había un hombre, una sombra alta y negra.

    El silencio, un silencio dulce que sólo había conocido una vez, la envolvió. Apoyó las palmas de las manos contra el muro que había tras ella y se puso en pie muy despacio. Le temblaban las rodillas. Él no era..., no podía ser... No era posible. Aquello sólo ocurría en los cuentos de hadas.

  —Contesta —insistió la figura.

Había cierta violencia en su tono de voz en aquel momento, como si hablara con dos voces. Ambas oscuras, espesas y atronadoras. Ashlyn abrió la boca para hablar, pero no emitió ningún sonido. Aquella doble voz era gutural, turbulenta y, sin embargo, sensual. Chanyeol. No se había equivocado.

  Estremeciéndose, se limpió las lágrimas de las mejillas con el dorso de la mano.

—No lo entiendo —dijo. « ¿Estoy soñando?».

Chanyeol... No, el hombre, porque aquél no podía ser Chanyeol por mucho que se parecieran sus voces, entró en la celda. ¿Cómo podía ser aquello? Un gemelo.

    Ashlyn abrió los ojos de par en par. Un gemelo. Claro. Por fin algo que tenía sentido.

—Han matado a tu hermano —le dijo.

—Yo no tengo hermanos —respondió él—. No de sangre.

—Pero... pero...

«Chanyeol se pondrá bien», le había dicho el hombre guapísimo. Ella sacudió la cabeza. Era imposible. Lo había visto morir. «Sin embargo, un ángel podía resucitar, ¿no?». Se le formó un nudo en el estómago. Los hombres de aquella casa no eran ángeles, por mucho que lo creyeran los habitantes de la ciudad.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 16 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

LA NOCHE MÁS OSCURA ー P. CHANYEOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora