Joyeria 3/3 parte final.
La noche era realmente fría, el café sé había enfriado al paso del tiempo encerrado en esa habitación, con un silencio ensordecedor, esa noche le estaba jugando muy malas pasadas.
Sentado frente a él, estaba Isidoro inmóvil en completo silencio, una imagen que no quería tenerla en la mente, ya que él lo recordaba con sus malas bromas, su risas, su coquetería y su buen humor.
Se levantó y Gustabo se encontraba al otro lado recostado en el sillón de esa habitación disfrutando de los privilegios del dios Morfeo, ese rubio que no le caía bien en un principio, pensaba que no se preocupaba por nadie, ese rubio que no se quiso mover justo como el de esas 4 paredes al saber que seguía el menor con vida. Demostrando que solo eran las personas contadas por los que se preocupaba.
Estar en esa horrible habitación con el olor de desinfectante, medicamentos y tan neutro, era lo último que pensaba que le darían tanta calma.
Se paró a un costado de la camilla y miró a su esposo, el semblante tranquilo, sin una de sus característico sonrisa, sin el tic de su pierna. Acaricio su rostro, su piel, pasó sus dedos por su cabello corto, delineó su mandíbula.
Y recordó la broma que le habían hecho a Conway y al rubio, su sonrisa y las risas al interpretar a sus amigos, recordó llegar en helicóptero a su propia boda y ver la escena bizarra de Conway vestido cómo el y casarse con un Isidoro esposado. Recordó los miles de mensaje pidiendo ayuda de ser salvado. Los problemas que tuvieron para solicitar su divorcio, que nunca llegaron a firmar. Sus interacciones de una pareja tóxicas.Sus dedos delinearon los finos labios, y el efecto electrizante le atravesó, recordó cuando lo tenía a su merced en aquel gimnasio, cuando era suyo, la sensación de calidez de sus labios y el sabor de sus besos, un recuerdo placentero que le recorrió todo el cuerpo hasta los dedos de los pies.
Los delineó sabiendo que nadie los veía por la respiración acompasada de su acompañante, la chispa y las sensaciones inundaron su cuerpo por el recuerdo y suspiro. Miro a Gustabo al otro lado de la habitación y se aseguró que estaba dormido, se acercó y le dio un pequeño y tierno beso cargado de un sentimiento que ni el comprendía. Solo entendía la emoción de querer cuidarlo y estar ahí para el, sacarlo de toda esta mierda en la que los 4 estaban metidos. La sensación de su labios cálidos, suaves y maravilloso, dejando una necesidad de juntar sus labios una ves más...pensando si hacía bien al besarle.
Nuevamente miro a Gustabo para verificar que siga dormido y no descubriera que realmente apreciaba al menor, acaricio los cabellos y unió nuevamente sus labios en un suave roce y separándose con un vacío por no ser correspondido con la misma calidez que le daba el hombre. Prometiéndose besarle cuando despertara.
- Te prometo que si regresas, te doy lo que quieras, incluso los papeles del divorcio- le susurro, se le acercó y le brindó un beso en la frente para sellar su promesa.
Le miro igual de quieto, decidiendo ir a sentarse en su sillón incómodo a un costado. Al final él lo había pedido. Dejó su café en la mesa de noche al costado de la camilla, y cerró sus ojos viniendo las imágenes de Isidoro llegando a su oficina molestó empezando un placentero sueño...
- Te gusta hacerme quedar mal.
- Tu siempre quedas mal pituco
- Ah!
.
.
.
El menor abrió los ojos, viendo un poco borroso y con una sensibilidad a la poca luz que se filtraba por las cortinas de la ventana, parpadeando en el proceso para adaptarse, el dolor se apodera de él, sintiendo su cuerpo realmente adolorido y pesado; su pierna, su pecho y su garganta y la cabeza con la sensación de explotarle. Aún sintiendo así tuvo unas terribles ganas de levantarse e irse a casa, ya había pasado por eso y se negaba a repetir la historia, aún no recuerda bien lo que había pasado para estar ahí pero miró a su alrededor teniendo la conciencia un poco alterada, y su primera imagen es Freddy a su lado dormido sobre un sillón individual, mira hacia el otro lado y observa a Gustabo acostado en el sillón familiar. Sonríe, pero no quiere seguir ahí, demasiado habían sido 4 meses postrado en una camilla, como para pasar algunas horas más y rememorando que terrible era la recuperación... no,no, no pasaba de movidas.
ESTÁS LEYENDO
Est-ce la bonne vie?
Romance¿Puedes confiar en la persona que dejaste entrar a tu vida? ¿Puedes confiar si él es el único honesto? ¿Puedes creer en lo que te dice, cuando todos tienen secretos y el vive en medio de toda la pantomima? Esta historia está relatada desde la persp...