Dracarys

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Alyssa se sentía como un dragón enjaulado.

Llevaba días sin poder dormir y aunque sabía que su madre tenía buenas intenciones las nulas acciones solo hacian aumentar su mal humor.

Pero no podía seguir así, no más.

Alyssa besó los labios de su esposo con auténtico amor.

Jacaerys sonrió al sentirla más animada.

—¿Damos un paseo?

Tomados de la mano caminaron por la playa de Roca Dragón bajo el manto de estrellas.

— Te amo mucho, Jace, a ti y a nuestros hijos...

—Alyssa, ¿Sucede algo?

Negó mientras entraba con él al pozo dragón.

—¿Piensas en ellos? ¿En nuestros hijos?

—Debes saber que haré lo que deba hacer por su bienestar, Jace.

—Y yo también.

Alyssa lo miró a los ojos.

—Lo siento.

Lo siguiente que vió Jace fue oscuridad.

Los ojos de Alyssa se llenaron de lágrimas mientras lo arrastraba por el pozo hasta una jaula.

—¡Maldita sea!—Exclamó cuando fue incapaz de cerrar la reja.

—Dame, tus manos tiemblan mucho.

Alyssa suspiró entregándole la llave.

—Los dragones están listos, Alyssa, es hora, vamos.

—Es la... puede ser la última vez que lo vea...

—No será así, lo juro.—Dijo Baela apretando su mano.—Vamos, padre está listo.

En lo alto de la colína cuatro dragones se erguían orgullosos.

Caraxes grazno al reconocerlas, ambas acariciaron sus escamas antes de dirigirse a sus propios dragones.

—Es hora.

***

—Yo pido a la zorra Hightower.—Espetó Alyssa cuando se asomó La Fortaleza Roja.

—Yo pido a Mysaria.—Dijo Daemon con voz casi mortal.

—Yo pido a mi marido.—Dijo Baela con tono lúgubre.

—¡FUEGO Y SANGRE!

—¡DRACARYS!—Las tres órdenes fueron acatadas por los cuatro dragones tan rápido que ni siquiera les dió tiempo a los guardias de dar aviso.

—¡DRACARYS !—Ordenó Alyssa mientras caía en picada junto a Fyr con intención de atacar al pequeño ejercito que marchaba con ordenes de defender al usurpador.

Aemond boqueó cuando vió a su mujer a horcajadas en el lomo de su dragón, se suponía que fue engañada, obligada a partir, su cabeza simplemente gritaba voces de alerta con una clara pregunta.

¿Dónde están sus hijos?

La Reina Alicent lo retiró de la ventana justo un segundo antes de que Caraxes lo hiciera arder en llamas.

—¡¿ERES TONTO?!

—E-es Baela...

—¡ESA PERRA DEBERÍA ESTAR MUERTA! ¡MYSARIA!

—Debemos huir, señora.

—¡NO! ¡NO TENDRÁN MI TRONO!

—¡Debemos sacar a Aegon!

𝓢𝓪𝓷𝓰𝓻𝓮 𝓭𝓮 𝓓𝓻𝓪𝓰ó𝓷 || 𝕁𝔸ℂ𝔸𝔼ℝ𝕐𝕊 𝕍𝔼𝕃𝔸ℝ𝕐𝕆ℕDonde viven las historias. Descúbrelo ahora