Capítulo 43: El Retorno del Vengador

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Mientras el nuevo faraón, Seti II, se sumerge en los deberes de su reinado, un rumor se extiende por las arenas ardientes del desierto. Una figura solitaria se recorta contra el horizonte, su silueta envuelta en la bruma del crepúsculo. Es el hijo de Josué, un guerrero marcado por el destino y la sed de venganza.

Los vientos del desierto llevan consigo el eco de sus pasos, una advertencia silenciosa de la tormenta que se avecina. Con cada zancada, el vengador avanza hacia las tierras que una vez llamó hogar, un espectro del pasado con los ojos fijos en un futuro incierto.

Seti II, ajeno al peligro que se cierne sobre él, se sumerge en las intrigas de la corte y los desafíos de la gobernanza. Sin embargo, en lo más profundo de su ser, una sensación de inquietud lo invade, como si un presagio oscuro se abriera paso en su conciencia.

En las sombras del palacio, los consejeros murmuran palabras de advertencia, recordando los tiempos turbulentos que siguieron al regreso del hijo de Josué. Algunos susurran de secretos antiguos y un poder ancestral que yace dormido en las arenas del desierto, aguardando ser despertado por manos sedientas de venganza.

Cuando el sol se oculta tras las pirámides, el vengador se presenta ante las puertas del palacio real, su mirada ardiente fijada en el horizonte distante. Con él trae secretos enterrados en las arenas del tiempo, verdades que podrían sacudir los cimientos del reino y cambiar el curso de la historia para siempre.

Seti II, enfrentado a la presencia imponente del vengador, comprende que el pasado y el presente están entrelazados en un baile mortal de destino y elección. Debe elegir sabiamente sus próximos movimientos, pues el futuro de Egipto pende de un hilo enredado en las manos del vengador.

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