Capítulo 5: atardecer rojo pasión.
Y ahí estaba, sentanda sonriendo, de esa manera faltasa que se le daba bien, que era imposible sospechar de su persona. De esa manera en que solo fingía para complacer.
Esa cara de falsedad y frialdad en partes iguales. Esa cara de una desconocida que se hacía llamar "madre" solo por ser el podrido fruto de su vientre. Escuchar "compresibamente" las quejas del director sobre el inadecuado comportamiento de su 'hijo'.
Escuchar de manera "compresiva", de manera hipócrita, el fingir que es su madre, el fingir que ese término romantizado vale algo. Sin hacer ni una sola mueca, como si no le estuvieran diciendo directamente que su hijo sería expulsado, como si en vez de un rostro tuviera una máscara. Una máscara que ocultaba a un moustro.
El director explicaba muchas cosas, incluso nombrando reportes y las causas de ellos. Teniendo una cara de decepción al nombrar aquel "hecho".
Al nombrar del director el que hicieron 'cosas inadecuadas' solo hubo un silencio. Su madre apretó su bolso con esas manos largas-y huesudas, como un esqueleto-y pesadas que lucían lindas uñas postiza.
Volteando su cara, con una sonrisa, hacia Miguel. Quién solo temblaba en aquel asiento mientras rasguñaba, inconcientemente, sus manos.
El nombrar del nombre fue lo que hizo que las cosas se pusieran tensas. El escuchar el nombre de un chico y no de una chica. Teniendo ahora una mueca de asco y desaprobación hacia su hijo. Cómo si su perfecta mascara de agrietara.
Miguel intento hablar, decir que esa acusación era falsa, pero su voz solo tembló inaudiblemente entre sus labios.
Sintiendo un nudo en su garganta y un jalón de su corazón. Sintiendo el enojo de su madre a su par, y el odio que brotaba nuevamente en ella.
El director firmo algunos papeles y se los entrego a su madre para que ella firmara, y así fue. Miguel y aquella mujer salieron de la oficina del directo, agradeciendo su tiempo y dándoles una despedida cordial. La madre igualmente regresaba la despedida, con una sonrisa en sus labios que no hacían juego con las ojeras debajo de sus ojos.
-Ve por tu mochila-susurro en un tono forzado, intentado sonar dulce-.Y rápido.
Apretó su hombro con su mano, haciéndo una mueca de ira que Miguel no notaba, pero suponía, a sus espaldas.
El chico camino por todo el pasillo hasta subir las escaleras que llevaban a su aula. Sus pasos eran rápidos y se le notaba nervioso. Inquieto. Preocupado. Y algo asustado.
El salón estaba casi vacío, así que a nadie le importo ver cómo el se llevaba su maleta, y como notaba que la maleta de Luis ya no estaba.
Camino a paso rápido está vez, bajando de tres escalones. Casi corriendo hacia su madre quien ya dirigía a la salida del colegio.
Con ese cabello castaño lizo maltratado, pero algo lindo, con esa falda larga hasta sus rodillas en un tono verde, con esos dos ojos cafés, grandes y fijos a el, como un carnívoro a su presa.
Cómo un moustro en un elaborado disfraz.
-
Su casa siempre fue fría y ausente, como una especie de cortina al mundo exterior, como un domo que resguarda el frío y la putrefacción en su interior. Dónde solo había oscuridad y vicios por parte de su madre.
Al recién cerrar la puerta, al recién bajar de esa cortina que impide la vista, pudo sentir el primer golpe. Y eso era algo que el ya presentía y veía venir. Un golpe por aquella mano que antes le brindaba protección.
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Un Roto Para Un Descocido | Papufresco (Papulince X Pana Fresco)
FanfictionCuando por fin nos encontramos, cuando por fin nos miramos por primera vez, ya era tarde. Ya estábamos en un punto muerto donde lo único que teníamos y conservamos era la "esperanza", donde no había nada que hacer contra los problemas, más que tener...