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Capitulo  8: melancolía

No soportaba la mirada lujuriosa que se posaba en él, y restregaba sin vergüenza por cada extensión suya. Desde aquel suceso hace unos días, aquel que involucraba aquella jeringa y un bote de vidrio sin etiqueta, desde aquel momento todo dio un vuelco a su vida.

—Te vez tierno asi—hablo Héctor posado a la par de la litera—, esa camisa ya ni siquiera te queda, mira nada más como resalta tu pecho.

Procedió a hacer un aneman vulgar con sus manos, a la altura de su pecho. Luis, quién leía en la cama litera de abajo, solamente lo ignoró.

Y es que la mejor forma de deshacerse de un idiota es ignorandolo.

Héctor siguió hablando sobre cosas que a Luis ni siquiera le interesaba como para levantar la vista de su cuaderno. Cuaderno con canciones escritas por el mismo.

Algunas hojas que leía era bastante viejas, tan así que tenían un color amarillo en las esquinas, y la tinta parcialmente corrida por la humedad.

—¿Ya me dirás quien es Miguel?

El nombre de aquel Chico lo hizo levantar la vista por inercia, de manera rápida. Héctor sonrió ante aquella repuesta y vaciló en una risa.

—Ya veo, a de ser un "amiguito" tuyo—hector dejó caer una mirada pervertida en el ambiente, sumando más incómodidad a Luis—. A puesto que te la pasas bien con él.

La acusación parecía más un reclamó de celos que una oración para provocar enojo.

—Deja de joder un rato, Héctor—Luis hojeeo hacia las hojas más recientes, intentando no hacer caso a ese enojo que lentamente le hacía temblar el ojo—. Vete a meter mierdas es una esquina, a mi déjame en paz.

—La única mierda que quiero tener dentro, es la tuya.

Héctor no dejaba de insinuarse hacia él. Al fin al cabo había sido Luis quien lo beso, pero no con intenciones reales y genuinas de querer besarlo, Luis deseaba los labios de Miguel, y ante aquel sueño se veían tan reales, estaba tan ajelado de la realidad, así que lo hizo sin tener uso de razón. Sin saber que no era a Miguel a quien besaba.

Como resultado Héctor no dejaba de hostigarlo, le seguía cada que podía a lugares lejanos de la casa, lo acariciaba, caricias que era respondidas con un manotazo de manos y un insulto.

Luis había salido con chicos antes, chicos afeminados y de complexión media, también había salido con chicas, chicas lindas y delgadas. Sabía su gustó hacia ambos géneros, pero también sabía de aquel "estándar" exigente que solía tener.

Héctor no llegaba a ese estándar.
Miguel tampoco.

Con la diferencia de que Miguel, aún sin entrar en estándares estúpidos, logro tener su corazón. Había una diferencia enorme en la forma de ser de Miguel y los chicos con los que Luis estuvo hace tiempo. Luis comprendió en poco días lo que no pudo comprender desde un inicio; le gustaba Miguel, no por su físico, no por el lugar ocupa, sino porque lo amaba con genuinidad

Y bajo esas palabras todo parecía respuesta a lo vivido, y todo parecia tener una razón y un motivo.

A Luis no le gustaba más los chicos, o chicas, ni afeminados ni delgadas: Luis solamente amaba Miguel.

Y eso era justificación suficiente para sentir aquel asco bajo el toque de alguien más, al cubrir del deseo de alguien ajeno, al sentir la intimidad de alguien que no fuera él.

Héctor se atrevió a acercarse, tendiendo el descaro de recorrer su mano por el pecho del más alto. Luis estaba sentando en la cama litera, acorralado contra la falta de espacio, nuevamente aparto con agresividad la mano que lo hacía enojar.

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⏰ Última actualización: Oct 10 ⏰

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Un Roto Para Un Descocido | Papufresco (Papulince X Pana Fresco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora