IV. Kafka Hibino

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Continuación de I. Kafka Hibino

(...)

Era viernes por la mañana y para tu fortuna hoy tenías un día de descanso, ¿la razón? No es necesario explicar (de hecho tu empresa está de aniversario y ofreció un día libre a sus trabajadores). No puedes decir que estés completamente feliz, ya que algo te falta. Despertar y ver tu cama vacía te estruja el corazón.

Lo cierto es que desde la partida de Kafka tu vida se volvió aburrida y solitaria. Ya no estaba tu querido esposo para despertarte con sus babosadas.

Aunque aún te causa inquietud, poco a poco estás asimilando su nuevo trabajo. Nadie te culpa, todos saben lo riesgoso de dicho trabajo y entienden tu preocupación de poder enviudar.

Esto último lo tomas con gracia soliendo bromear con Hibino sobre aquello, cada que él salía de franco.

— Ya amor, confía en mi. Tu Esposito no morirá fácilmente. Solo observa estos músculos —saliéndose del tema el se remanga la camiseta para mostrarte sus fuertes brazos.

Las pose que pone siempre te hacen reír.

Hoy sería un día solitario ya que tu esposo aún estaba internado en el cuartel. Y pensaste que no surgiría nada inesperado.

Sin embargo, unos repentinos golpes en tu puerta te pusieron alerta, no esperabas visitas. Y por alguna razón cuentas un mal presentimiento.

Al abrir la puerta casi dejas de respirar al ver a personas vestidas con el uniforme del cuerpo de defensas.

«Oh no, esto ya lo vi en las películas. Por favor que no me vengan a anunciar la muerte de Kafka»

Llevas tu mano al pecho al notar como empezaba a acelerarse.

— ¿Sucede algo? —logras pronunciar luego de salir del trance.

— ¿(nombre) (apellido)? —tu asientes— necesitamos que nos acompañe al cuartel. Necesita ser interrogada.

Entonces te extrañas, ¿tu necesitas ser interrogada?

— ¿A que se debe esto? —ellos no contestan tu pregunta.

— Por favor no haga esto más difícil. En la base le dirán todos los detalles.

Dicho esto último sacan unas esposas y antes de que siquiera puedas protestar tienes puestas las esposas.

Solo puedes pensar en alguien «Kafka».

(...)

El reloj en la pared marcaba las diez de la mañana cuando fuiste escoltada a la sala de interrogatorios. Habías pasado la noche en una celda fría, sin poder dormir, atormentada por preguntas sin respuestas y un miedo creciente. Parece que algo malo ocurrió con Kafka, pero no te puedes comunicar con él, ahora la policía te tenía como principal testigo en una investigación que ni siquiera comprendías.

El detective, un hombre de mediana edad con una mirada aguda y una expresión imperturbable, entró en la sala. Se sentó frente a ti, colocando un expediente grueso sobre la mesa entre ustedes.

—Buenos días, señora Hibino —dijo el hombre con voz calma, pero firme—. Espero que entienda la gravedad de la situación en la que se encuentra.

Ríes lentamente aunque es más una risa sarcástica. Tu mente daba vueltas, tratando de conectar los puntos entre Kafka y las acusaciones que ahora parecían dirigirse hacia ti.

𝗟𝗢𝗩𝗘 𝗠𝗘 𝗕𝗔𝗖𝗞 ;; Kaiju no 8Donde viven las historias. Descúbrelo ahora